EL DULCE TORMENTO DEL ANHELO

anhelo

Remontándome al pasado visualizo una infancia en donde he perdido el amor, mi dignidad y el amor por mí varias veces; y así sucesivamente hasta el día de hoy.

 Mi vida está llena de pérdidas. Pérdidas materiales, emocionales, afectivas y espirituales; pero muy especialmente pérdidas internas como seguridad y confianza. El día de hoy salgo de una crisis. Estoy viendo facetas de mí que me aterran y me entristecen. He estado inmerso en la valuación de los daños y no me he centrado en el autoconocimiento.

 Mi vida se basa en el amor. Algunos dirían que es especialmente interesante y sano basarlo en hacerlo todo en base al amor, pero yo baso mi felicidad en el amor romántico y se vuelve como una bruma espesa que no me deja ver mi horizonte.

Siempre he tenido la impresión de que estoy en un entrenamiento constante para conocer a la persona correcta que me haga sentir especial, interesante, deseado y único en el mundo. Creo que nunca llega y le pongo pretextos, defectos y rechazos a lo que tengo. Todo esto lo he basado en mi infancia y mi pasado. Como si tuviera un dulce tormento en la tragedia de mi vida. Me siento especial por haber sufrido tanto y haber salido adelante. La falta de comprensión de lo que he vivido por parte de mis seres queridos me ha causado mucho enojo e ira. Por esa razón el sentirme incomprendido y no escuchado me hace sentir intensamente iracundo. ¿Cómo no me comprenden, si yo he vivido lo peor y me he llevado los mayores golpes?

 Si soy honesto conmigo podría decir que si he sufrido mucho y sigo teniendo muchos golpes emocionales, afectivos, amorosos y materiales. Pero eso no es pretexto para no ver lo que estoy viviendo. Tiendo a centrarme en los errores del pasado y grabarlos en piedra para que no se olviden. Toda mi energía se gasta en evaluar, reflexionar, aprender, analizar y comprender mi pasado. No me puedo comprometer con mi presente. Con lo que siento aquí y ahora. Los errores del pasado se acumulan en mi mente para castigarme y reprocharme lo mal que lo he hecho.

 Me cuesta trabajo centrarme en mi presente. Como si no tuviera suficiente dolor en mi pasado para acumular más el día de hoy. La intensidad de sentimientos se desborda por momentos, por lo que he aprendido a bloquearlos para irme con precaución y aprender de ellos pero hoy me confunden por no sentirlos con la intensidad de siempre. Como si mi única luz fuera el sentir y al no tenerla camino en tinieblas por un túnel de varios senderos del que no sé cuál dirección tomar.

 Como escribió Truman Capote en el prefacio de Música para camaleones: “Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse”. Así estoy yo. Con el don de sentir, identificar en los demás y la capacidad de ayuda hacia los demás. Mi látigo el hacerlo compulsivamente hasta el grado de ver el mínimo detalle, desmenuzarlo, digerirlo y excretarlo para observarlo todo el tiempo poniéndolo en una vitrina de desechos como trofeo. Ese es mi látigo y me autoflagelo todo el tiempo con lo mismo. El exigirme la comprensión y la ayuda por los demás me evita vivir feliz.

 Puedo llegar a ser una persona demasiado exigente, amenazadora e intensa. Pero mi intensidad me hace amar con llamaradas intensas, entregarme sin límite y hacer de lo cotidiano una historia digna de película.

 Mis mayores miedos son el rechazo, el abandono y la incomprensión. Estoy lidiando en este momento con mis mayores miedos. Me desestabiliza y aterra el saber que esos miedos son fruto de una ira incontrolada por la exigencia hacia mí mismo de no ser lo suficientemente digno para ser amado. Necesito sentirme en un marco de amor, protección y seguridad para poderlo aceptar. Respetarme, darme lo que necesito y estar en un ambiente seguro es lo que me ayuda a poder enfrentar mis miedos.

 Tiendo a rechazar, alejar y abandonar para que no me lo hagan a mí. Completamente egocéntrico. Huyo del amor y de la felicidad porque me cuesta creer que soy una persona digna para sentir el amor. Por eso me vuelco en mi voracidad de dar para poder recibir lo que me «falta». Lo que recibo no es suficiente y quiero más. Como si fuera una necesidad de llenar las baterías completas para la posterior falta de energía. Nada es suficiente. Nunca es suficiente. No soy suficiente.

El dulce tormento del anhelo. Anhelo de ser mejor, de tener el amor perfecto, de ser perfecto para el amor, de ser capaz y de ser feliz. Todo en tiempos erróneos: pasado o futuro.

 Me han dado una gran lección durante estos días. El hablar con mi amigo Willardo me hizo reflexionar que estoy enojado con mi pasado y que no me estoy viendo, incluso cuando me justifiqué que si lo estaba viendo. Posteriormente me encuentro con un libro acerca de mi eneatipo que me golpea con fuerza para hacerme ver lo que expuse anteriormente. Me taladran sus palabras así como las de Pako.

 Me duele el acordarme de que no me doy cuenta de lo que tengo, de lo que no valoro, de lo que me alejo, de lo que rechazo, de lo que me enoja, pero especialmente de lo que dejo de hacer.

 Me quiero centrar en mi presente. Mi anhelo cambia por el presente para volverlo realidad. ¡Que ironía! La palabra anhelo me ha seguido durante un año. Me ha dado muchas cosas en todos los sentidos y hoy la valoro. Anhelo de sentirme amado en el presente, de ser capaz, de amar y de ser feliz. Lo quiero convertir en el día de hoy. No sé si lo lograré todos los días, pero tengo una melancolía por hacerlo.

 El dulce tormento del anhelo se convierte en una simple felicidad presente. Sin adornos. Dejando la ira por un lado para evaluarla de la manera adecuada. Viendo mi presente desaparece mi angustia y la ira disminuye.

 Ya no quiero tener miedo de no sentirme suficiente. Ya no quiero desear más, tengo que aprender a ser feliz con lo que tengo. Pedir lo que necesito desde el punto presente y no desde el deseo exigente de la perfección.

 Me abro a recibir lo que me entrega la vida. Ya he recibido demasiados golpes y no voy a permitir recibir más. No voy a permitir que me hagan daño, no voy a recoger migajas de amor del piso y me permitiré pedir lo que necesito en el momento justo. Voy a confiar en lo que sienten por mí y lo que siento yo por los demás. Me haré comprender. No voy a rechazarme ni rechazaré a los demás, ya que el éxito depende de mi forma de ver y de vivir, no del anhelo constante a lo que vendrá o lo que tuve.

 Dejaré el dulce tormento del anhelo. Hoy se convierte en presente y en realidad constante. Conciencia continua.

 Imagen: http://historiasdeunalmanonima.blogspot.mx/2010/10/anhelo.html

 

 

COMO ANIMAL HERIDO

 

 

33588500-3DC6-4944-8C38-E1D0CC8A26E1

Hoy me siento bloqueado para muchas de las emociones, no puedo sentir las emociones positivas como amor, cariño, compasión o esperanza. Estoy instalado en mi lado negativo en el enojo y la angustia. Pero al mismo tiempo me doy cuenta que son emociones con las que estoy familiarizado y me intoxican. He meditado mucho tiempo el día de hoy para regularme, pero la sensación de angustia no se me quita, identifico que estoy como un animal herido al que sólo le hace falta que lo toquen para que reaccione.

He tratado de abrirme con mi relación para intentar arreglar las cosas, los sentimientos de miedo, angustia y enojo son mutuos. Yo no sé que hacer con eso y él tampoco. Lo que si me queda claro es que hay un sentimiento, no sé cuál pero hasta este momento nos ha unido. Llego a sentir con mucha intensidad y comienzo a pensar realmente que es lo que está pasando para poder ver las cosas tal como son.

Soy agresivo y vengativo, especialmente cuando me encuentro herido. Reconozco que a veces trato de hacerlo sin darme cuenta y pido perdón o trato de arreglar las cosas. El punto es que no me satisface lo que veo o la reacción con la que me encuentro; lo que me hace caer en la cuenta que tengo que verme a mí mismo.

Estoy pasando por momentos muy difíciles. Angustiantes en todos los aspectos de mi vida. Busco apoyo en una pareja y no lo encuentro. ¿Qué está pasando realmente conmigo? El apoyo que necesito lo tengo dentro de mí, pero no lo puedo ver. Trato de ver que la vida me está presentando muchas situaciones que afrontar, necesito fortaleza y lo único que puedo sentir es miedo, enojo y autodestrucción. Yo sé que he pasado muchas situaciones difíciles, pero lo único que busco es comprensión por parte de los demás, y el que no se comprende soy yo. Dependo en momentos de lo que me digan para poderme sentir seguro, porque al verme tengo miedo y no encuentro la seguridad por ningún lado. Busco confianza y no confío en lo que hago. Busco amor y me cuesta amarme en estos momentos.

Estoy instalado en mi drama. En el drama de afrontar cosas y no saber cómo. El llorar, como lo hacía anteriormente, no me funciona. Me hunde y me cuesta trabajo salir. Estoy en el enojo. El enojo con la vida, conmigo mismo, con lo que no puedo afrontar, con los apoyos que no veo y con el pedir algo que no me dan. Estoy muy enojado y creo que es el momento de convertir el enojo en coraje.

Coraje por afrontarme, por decirme todo lo que soy al espejo y aceptarme como soy. Coraje de ver las situaciones y afrontarlas con amor. El coraje de amar y amarme. Se necesita mucha conciencia y confianza para ver realmente que ese amor que estoy buscando está en mí. Que necesito verme y no camuflajearme.

El amor me enseña a comprender, a interesarme, a querer estar ahí y principalmente a abrirme en todos los sentidos. A comprometerme conmigo mismo y con los demás. El amor es mucha sinceridad y protección. Quiero abrirme a mí mismo, ser sincero y protegerme. Lo he buscado durante meses con una pareja y no lo he encontrado. Sentirme seguro a pesar de lo que me hagan o pase, de lo que viva y de lo que sienta.

Es muy fácil meterse en el pensamiento para no ver las cosas como son, lo he hecho mucho tiempo de mi vida. Lo difícil es sentir y reflexionar lo que siento. En este momento mi pensamiento crea el sentimiento de angustia, enojo y miedo. Reflexiono que es sólo un pensamiento que no es verdad.

Me ha costado mucho trabajo darme cuenta que  el decir lo que siento es honestidad y compromiso. El evitarlo es rechazo y desinterés. Pasé muchos años haciendo esto. Guardándome cosas para no hacer sentir mal a los demás. No decirles lo que siento para no sentirme comprometido en decir algo “lindo” o romántico. No es fácil darse cuenta de que no estas sintiendo; o peor aún; darte cuenta que lo sientes y no decirlo para evitar comprometerte contigo mismo y con la otra persona.

El compromiso es abrirte, decir lo que sientes, afrontarlo, vivirlo y principalmente sentirlo para tener empatía con la otra persona. Pero para esto, comienza con un compromiso contigo mismo.

Puedo engañar y ser deshonesto con todos, pero no puedo engañarme de sentir. El compartirlo con las personas adecuadas es un compromiso conmigo mismo. Me doy cuenta que la falta de compromiso comienza con la falta de amor. Amor por ser yo mismo y compartirme como soy con todos mis miedos y defectos.

Hoy quiero que me vean como soy. Quiero mostrarme a mí mismo con todos mis defectos, mi intensidad y mi enojo. Pero dentro de todo sí me queda muy claro que el enojo se convierte en coraje. Coraje de sobrevivir como un animal herido. Buscar la vida. Evitar la muerte emocional, física y espiritual. Tengo mucho coraje para salir adelante. Quiero que me acompañen las personas que tengan esa capacidad, sino que se queden en el camino muertos de miedo en su cueva. Yo me decido a seguir. Quiero estar, compartirme, amar y comprometerme con quien lo haga conmigo. Con ese coraje de seguir y abrirse. Coraje con toda la comprensión que pueda dar y que me puedan dar. Hoy comprendo, me comparto y comienzo a amarme a mí mismo comprometido con quien soy y con quien quiera estar conmigo.

AMOR, EGOISMO Y PRESENCIA

7043131_xxl

Hace pocos días me preguntaron lo que pensaba del amor, no del lado de la teoría sino de la práctica. Me encanta el amor romántico, la cursilería y el hacer las cosas que pasen como en cámara lenta. Creo que una relación siempre se debe de alimentar ya que al paso del tiempo se puede volver monótona, llevadera y el amor se convierte en costumbre o en cariño. Pero todo esto se base en lo que llamamos presencia, en “estar ahí” en mente, cuerpo y sentimiento.

Trato cada día de alimentar todo eso con un gracias, con pedir perdón, con comprensión, aceptación, interés en los demás e incluso con recordar lo que me dicen para mostrar realmente la parte de complicidad con las personas. No hablo sólo de las relaciones de pareja, sino en todas en general.

Yo soy una persona que se interesa por los demás, trato de ayudar en lo que pueda, soy muy buen escucha, trato de comprender y evitar el juicio y lo más importante; si estoy con alguien veo sus necesidades para que no le falte nada que yo pueda dar y trato de no ofender de ninguna manera. Creo que soy buena pareja y buen amigo. El problema viene cuando del otro lado no existe esa reciprocidad. Yo siempre trato de comprender el porqué lo hacen, pero no importa la razón sino “para qué” hacemos las cosas.

Esa razón de para qué, es lo importante. Cuando yo hago un comentario ofensivo, cuando ignoro, no me intereso por lo que me están diciendo, rechazo a los cumplidos, rechazo el abrazo y el cariño o incluso a los comentarios “cursis” estoy agrediendo pasivamente. Así evito tener contacto, no comprometerme y alejar a una distancia que considero prudente a los demás. Para no estar con las personas. Evitar la presencia.

La agresión pasiva me la conozco muy bien y sé perfectamente cómo utilizarla, ha sido mi compañera de relaciones toda la vida. La primera forma es con la falta de interés de la persona con la que estoy, el “no me importa lo que pienses, sientas o necesites” es un rechazo muy sutil. No se trata de interesarse en los demás de manera hipócrita, pero si me sirve para ver que tanto me interesa. El no decir lo que siento, el hacer daño y hacer comentarios ofensivos, el evitar que los demás me conozcan como soy y muy especialmente no ver las necesidades de los demás me hace darme cuenta que lo que puedo sentir en vez de amor por la otra persona es un simple “pasar el rato”.

Por ejemplo cuando tengo un amigo y sólo me interesa pasar el rato es muy fácil. Sólo me cae bien, paso tiempo con él, pero no me interesa lo que necesita, lo que siente o lo que piensa. Es decir, podemos hablar horas y pasar años de amistad pero la realidad es que no existe ese amor fraternal como puedo tener con otros al estar en los problemas, ayudarlo, apoyarlo y evitar ofenderlo en todos los sentidos. El estar ahí para él y que estén los demás para mí.

Todo esto va muy ligado al egoísmo. En mi etapa más egoísta estaba con gente siempre evitando involucrarme más de lo debido para evitar comprometerme. El amor, la  comprensión y la aceptación implican compromiso de mi parte para escuchar, para alimentar esa relación y que no decaiga con el paso del tiempo. No interesarme en las necesidades me hace egoísta. Estoy metido en mí evitando relacionarme realmente.

Cuando vivo mi egoísmo no acepto los cumplidos ya que no me interesa comprometerme y sentir, ofendo sin pensar porque no me interesa lo que sientan, no veo las necesidades porque ni siquiera sé cuales son ya que evito conocer más a la persona, aplico la ley de la liga para mi mejor conveniencia, manipulo, chantajeo, evito e incluso me fugo en mis sentimientos o pensamientos estando con alguien para estar conmigo mismo. Todo esto se dá con el rechazo hacia los demás para estar sólo conmigo.

Todo esto es tan sutil que no me doy cuenta muchas de las veces. No se trata de pasar por encima de mí. Se trata de comenzar con el interés por los demás, escuchar, sentir, decir , comunicarme y lo más importante es estar presente. En mi caso mi fuga perfecta al estar con alguien es estar inmerso en mis propios sentimientos, ponerme en el lugar de la persona para identificarme y sentir algo en mí relacionado. Muchas de las veces del lado de la empatía y otras del lado del egoísmo. Lo que sí me doy cuenta es que la presencia se nota. La presencia es estar ahí. Ver lo que pasa, relacionarme, sentir, decir lo que siento y pienso, comprender, no agredir, no evitar, no rechazar e interactuar. También aplica cuando se tienen relaciones sexuales y que alguno está pensando en otra cosa; se siente, no hay presencia, sólo hay un cuerpo y no hay persona. Los silencios son una forma de comunicación cuando hay presencia, pero cuando estoy con alguien pensando en la época de desove del salmón noruego, es no estar ahí. No hay presencia. No hay interés. Hay egoísmo. El amor no es egoísta.

El otro extremo es volcarse sobre la persona para perdernos a nosotros mismos, que a fin de cuentas sigue siendo egoísmo ya que comprometemos a que se sientan culpables o que hagan lo que nosotros queremos. Todo es un equilibrio y creo que lo más importante para relacionarnos es estar ahí. Dejar que fluya y dejar que pase sin poner resistencia. Comunicarse para ver las necesidades, interesarse y no dañar.

La única forma de tener presencia es interactuar desde lo que está pasando en el momento. Hablar, sentir y expresarse. No existe otra forma. La expresión es por medio de presencia, de gestos, abrazos, silencios, comprensión e interés. La presencia es amor. El egoísmo es no presencia. Me queda claro que cuando no estoy ahí con alguien no hay interés, no hay amor y hay egoísmo. Es mejor pasar 10 minutos de calidad con alguien que 12 horas sin presencia. No es sencillo ya que somos narcisistas y siempre pensamos en nosotros, pero los resultados son increíbles ya que el amor se manifiesta en el amor por mí y en el que sienten los demás por mí. Evalúe cómo son sus relaciones. Si muestran interés por usted, si tiene interés por los demás, si identifica las necesidades de los demás y ellos por usted, si se abre a recibir y dar. Con ese simple hecho se dará cuenta si sus relaciones están basadas en el amor y en la presencia o en sólo en el egoísmo y “pasar el tiempo”.

Imagen: http://www.shanelavalette.com/journal/2007/07/10/the-problem-with-photographers-who-conceive-a-picture-first-then-construct-it-according-to-tod-papageorge/

JUGO CON PULPA

20130217-192955.jpg

Todos los seres humanos tenemos polaridades en nuestra personalidad. Esos aspectos que consideramos conocidos o desconocidos y que creemos que se anteponen; pero en realidad se complementan.

Cuando no aceptamos esas partes entramos en conflicto y tratamos de alejarnos neuróticamente hacia el otro lado.Una de esas polaridades más comunes son , por ejemplo, el masculino y femenino. En mi caso al aceptar mi parte femenina me ha hecho ver sin miedo todas esas cualidades que considero «femeninas» como son la sensibilidad, el sentimentalismo, la bondad y la ternura; pero al mismo tiempo encuentro que también me ha hecho aceptar más la parte masculina como el ser duro, firme y frío sin caer en el rechazo de ambas.

Una persona que se considera víctima en su vida puede no conocer o no aceptar su parte sádica. Es decir se vuelve masoquista haciendo que toda su vida sea un drama viendo el ataque de las demás personas y echándoles la culpa, volviéndose una víctima de las circunstancias. En el caso de que no haya nadie a quien echarle la culpa, lo hará internamente con un sádico en la mente diciéndole lo que está mal, lo que tiene que arreglar, lo gord@ que está e incluso lo mal que hace las cosas en el momento. En cambio al conocer su parte sádica hará que conozca esos aspectos «tiranos» de su personalidad, pudiéndolos evitar e incluso no aceptando las críticas o agresiones como víctima, ya sean internas o externas.

En las relaciones humanas, y muy especialmente en las parejas, esto se vuelve un conflicto interpersonal. Estamos acostumbrados a escuchar «encontré mi media naranja» y para muchas personas es una realidad. Me causa escalofrío escuchar esa frase que utilicé durante tanto tiempo queriendo encontrar una persona que me complementara, pero en realidad estaba buscando aspectos de mi personalidad que no puedo ver o que rechazo.

A menudo nos enamoramos de esa persona que representa una cara oscura de nosotros mismos. Todos tenemos aspectos a la luz y otros a la sombra que nos representan o con los que nos identificamos. Como la luna que sólo vemos la cara iluminada y que no podemos ver la cara a la sombra. Esas sombras son cualidades que no nos gustan o que rechazamos de nosotros mismos,y al verlos en otra persona los identificamos como «buenos» o » interesantes» que nos enamoran. En algunos casos los volvemos detestables e inaceptables.

Ese no es el problema, es parte del proceso natural de pareja o de relacionarnos. El problema es cuando creemos que nos complementan, que hemos encontrado esa media naranja o que son características que nunca tendremos porque tarde o temprano se volverán hacia nosotros. Nos fusionamos, hacemos simbiosis con esa persona tomándola como parte nuestra que no podemos poseer. La volvemos un objeto, una necesidad o incluso una parte de nosotros indispensable para sobrevivir.

A lo largo del tiempo esos «aspectos complementarios» se vuelven insoportables, amenazantes y los rechazamos en la otra persona volviendo a la media naranja en jugo con pulpa lanzado sobre nuestras propias caras. Ese lado oscuro que no vimos en nosotros nos desagrada y nos amenaza cual tigre cada vez que pasa un conflicto.

Esto no quiere decir que no tenga remedio cualquier relación sino que tenemos que conocer nuestros dos polos para aceptarlos y verlos a la luz. Se trata de eliminar lo «misterioso».Cuando estamos en tinieblas nos imaginamos demonios y fuerzas del mal que nos acechan pero al encender la luz nos sentimos seguros. Todos esos aspectos que «no veíamos» se vuelven conocidos y ya no nos acechan, sino que nos complementan y ayudan para conocernos mejor.No buscar esa «media naranja» y convertirla en » jugo con pulpa» en algún momento de la relación.

No existen medias naranjas, personas complementarias o relaciones indispensables o necesarias. Esos apoyos están dentro de nosotros, en aspectos propios de la personalidad. Al conocernos y aceptarnos podemos ver a los demás como lo que son. Personas independientes, con cualidades únicas y diferentes a las mías; pero al mismo tiempo con aspectos parecidos a los míos. Desaparece el rechazo a los demás porque entiendo mi propio rechazo por esos aspectos que me amenazan. Veo lo que me gusta de mi personalidad en los demás y acepto las personas como son.

Comienza el amor a los demás y el amor por mí.Me gusta pensar que todo comienza y termina con una frase: Te amo a pesar de mí.

Imagen: http://pinterest.com/pin/210121138835980010/

AUTOCONCEPTO E INFELICIDAD

  • 20130210-172456.jpg

    A menudo me encuentro diciendo como soy, que me conozco perfectamente y que sé lo que quiero de forma decidida. Mi auto concepto es un concepto erróneo la mayoría de las veces; son características que no me hacen vivir el amor y vivir en reclamo y desapruebo de mí mismo.

    Esa forma de decir que no puedo cambiar me limita a ser como soy en este momento. La forma en que me veo y que creo que esta «bien» es lo que me hace caer en sufrimiento. Sentirme agredido, ignorado, rechazado o incluso invisible es la forma de caer en ese autoconcepto de lo que merezco o necesito.

    El darme cuenta de lo que pasa y ver los aspectos de mi personalidad que están en conflicto y lo más importante la espontaneidad para reaccionar y ser en las diversas situaciones es lo que me va a ayudar a conocer y reconocer ese autoconcepto que me ha seguido durante toda mi vida y que ha impedido mi verdadera felicidad.

    En este momento siento miedo. Miedo de ser lo que era y no saber lo que seré. Estoy en un punto muerto. Siento que estoy aprendiendo. Me esta costando mucho trabajo reconocer que muchas de las veces reacciono de manera diferente y no saber lo que me gusta en realidad. Estoy reaccionando y no accionando. No sé como comportarme. Lo que si estoy seguro es que quiero aprender.

    Ayer tuve una situación en reaccioné completamente diferente a como estaba acostumbrado.Me considero impulsivo y lleno de enojo. Sentí el enojo pero no reaccioné impulsivamente, ademas que dije lo que sentía y me llenó de miedo el darme cuenta que no sabía que hacer. Que me daba miedo perder a las personas que quiero, que me ví como impotente a salir adelante y que creí que todo estaba terminado en mi vida. ¿Drama? Totalmente.

    La diferencia es que no lo hice, lo pensé y comencé a sentir el miedo, la impotencia y el rechazo. Lo que no pude entender es el rechazo hacia que parte de mí. Puedo identificar que es a la parte impulsiva, pero no sé si a esa parte intensa de sentir. No me agrada sentir todo en carne viva pero tampoco lo conocía.Estoy seguro que no tengo miedo de estar solo, pero si tengo miedo de no estar con las personas que quiero. Puede ser falta de auto apoyo o simplemente desconocimiento. Pero la realidad es que me sentí que no era autosuficiente gracias a ese concepto de mí mismo.

    Me doy cuenta que estoy tomando riesgos. Riesgos de estar con alguien, que no me quiera, que en un futuro deaparezca de mi vida y que no sea suficiente para él. Pero exactamente en este punto salta mi autoevaluación y por consiguiente el miedo. Vivir el amor (y no hablo sólo de pareja) es lo opuesto a ponerme etiquetas. Es ser como soy. Reconozco que quiero que las cosas sean como yo quiero y que me quieran como me gusta, pero la realidad es que voy cambiando y evolucionando. No puedo aferrarme a ser el que era, y lo peor de todo a reaccionar como antes en situaciones similares.

    Muchas veces me comparo con dos personas: mi yo pasado y mi yo presente, o inclusive mi yo presente con mi yo futuro. Ya que lo mío son las comparaciones, siempre quiero estar nostálgicamente en un estado anterior o eufóricamente en un estado futuro. Hoy soy vulnerable, tengo miedo pero dentro de todo estoy dispuesto a ser feliz y lo siento, no sé como pero estoy aprendiendo. Estoy aprendiendo a aceptar mi realidad, a aceptarme como soy y a rendirme en el proceso. Trataré de desmenuzar la vida para saber que me gusta, digerirlo y deshacerme de lo que no quiero. Sé que estoy en continuo cambio y estoy aprendiendo de todos, especialmente de un maestro que tengo al lado en este momento.

    No es fácil y puede llegar a ser doloroso. El amor que siento a lo que soy y a la persona que está conmigo me gusta. El amor como concepto para mī es esa capacidad de aceptar y disfrutar sin juicios y con comprensión. El amor pasa. No se planea. No se fuerza. No se entiende. Se siente. «Es como si te atropellara un camión amarillo» diría él.

    Mis sentimientos son intensos desde hace un tiempo, confundibles y siempre impermanentes. Sea lo que sea que esté pasando en este momento es parte de un crecimiento. El riesgo y el miedo me acompañan hoy. Pero hoy más que nunca mi compañía principal es el amor a mí mismo y a los demás. Parte del crecimiento es sentirme confundido,con miedo de no saber que hacer y que va a pasar conmigo. Lo que si es mas claro que el agua es que sino lo sintiera querría decir que estoy aferrado a mi autoconcepto, evitando conocerme e impidiendo aceptar mi realidad y a las personas que tengo en mi vida en este momento.

    Aquí y ahora sólo me queda abrirme, conocer mi nuevo yo y conocer como reacciono en las situaciones actuales. Integrar esas partes conflictivas de mi personalidad.Sentir el amor evitando ponerme y poner etiquetas. No juzgar. Respetar.Darme a respetar.Comprender. Sentir. Interiorizar y exteriorizar. Ser yo. Y lo mas importante: dejar ser.

    Imagen:http://onlyoldphotography.tumblr.com/post/32374521158/andre-kertesz-distortion-51-1933-although
    Autor:André Kertész: Distortion #51, 1933

VACIO ¿FERTIL?

He tenido uno de esos días, en donde desde que te levantas… No te funciona. Hoy me sentí rechazado por mí mismo. Fui a la iglesia a encontrar “algo” que me hiciera sentir mejor, sentí una tranquilidad diferente como de … Sigue leyendo