BESO BAJO LA LLUVIA

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Me encantan las películas románticas donde todo aparece, parece y desaparece por arte de magia. Las típicas escenas de “slow motion” que te hacen vibrar o inclusive llorar me transportan a una fantasía que muchas veces no concuerda con la realidad. El gran maestro Robert K. Hall dice que el romanticismo es una enfermedad incurable y que puede llegar a ser una epidemia. Me apunto a estar enfermo.

Reflexiono de cómo he llevado mi vida y mis relaciones en base a la fantasía. Al creer que puedo ser de esa manera y ser correspondido de la misma forma me lleva a creer en ese amor romántico y no hay nada más peligroso que una esperanza con una expectativa de la mano.

En la vida real es muy diferente. Yo formé una fantasía para evitar el contacto con la realidad, con lo que tenía y con lo que estaba pasando. Hoy recapacito que no existe. Eso no quiere decir que no encuentre momentos muy románticos y hasta cursis; pero para llegar a ese momento se necesita sentirlo y no observarlo. Definitivamente mi enfermedad no tiene cura conocida, pero si tiene un paliativo que es ver la realidad tal cual es. No voy a cambiar a dejar de ser romántico, cursi y llorar en las películas con esa intensidad característica en mí pero si puedo observar lo que pasa en mi vida. Una película diferente con muchos momentos “slow motion” ya que puedo sentirlos en ciertos momentos. El gran problema es que tengo todavía la esperanza con una expectativa incluida.

Mi gran expectativa que me está destruyendo por dentro es que quiero que los demás sientan como yo, y que piensen en lo mismo. Una mezcla entre insano juicio y frustración premeditada. Mi amigo Willardo me dice que cuando tuviera pareja me daría cuenta que no es tan fácil. La gran realidad es que tener una pareja no es tarea fácil cuando de verdad te comprometes TU contigo mismo y con la otra persona. Ya que una relación de pareja habla mucho de compartir lo que tienes y por consiguiente ver que te falta.

En mi caso me falta aceptación, comprensión, dejar la expectativa de lado, evitar la imaginación, estar conmigo, confrontarme y evaluar lo que soy en base a la realidad. He estado metido en esa fantasía del amor romántico y por consiguiente en ser el príncipe que quiero en mi película con un pequeño detalle: el príncipe necesita tener un reino en el corazón. Mi reino tiene muchos súbditos, palacio, un asiento en el trono real al lado e incluso un camino amarillo que lleva desde cualquier parte del reino al corazón del palacio. Está lleno de escenas de cuento como bailar bajo la lluvia, cantar una canción juntos, una foto en el techo, sorpresas, decir cosas en silencio, pasión y detalles a diario.

Ese reino está construido en base a la expectativa. La realidad es que no existe. Hay un abismo entre la realidad y ese reino en el corazón del príncipe. Muchas cosas las he construido y me faltan algunas otras. El hecho es de que todo eso no sirve sin lo principal: Aceptación.

Aceptación de mí, de mis cualidades, capacidades, limitaciones, circunstancias y lo mas importante de todo: Aceptación de la realidad sin expectativas compartiendo lo que tengo.

El castillo del príncipe se derrumba para volverse a construir. Me doy cuenta que el castillo debe ser a base de aceptación, compromiso, comprensión, perdón, interés, atracción, complicidad, identificar necesidades, recordar, fluir y no esperar nada. Un castillo hecho a medida con los cimientos en el piso y no en el techo. Duele, cuesta y necesita trabajo para la construcción.

El reino se convierte en ciudad. El cielo rosa en azul y el camino amarillo en pavimento caliente. No hay trono ni escaleras largas para darse un beso en la mitad de ellas. Sólo existe lo que hay. La dura realidad contra el romanticismo. No quiere decir que no crea en el romanticismo, sino que cambia de escenario. Anclado en el piso  puedo ver que se necesita trabajo, comprensión y aceptación. Llevar las escenas románticas al sentimiento mutuo. La lluvia caerá del cielo y no sé si con el beso debajo, pero si me queda claro que caerá lluvia. Si pasa perfecto, sino pasa también. Todo depende de si el sentimiento se adecúa a la lluvia y no al revés. En una película que ví ayer decía “los milagros no existen, pero deja que pase”. Esa frase me aterrizó. Sólo deja que pase, no esperes el milagro; decía mi cabeza. Y sí pasa.

Al terminar la película un beso en el piso, un abrazo en medio de la canción de los créditos me enseñó que si pasa. Y en ese momento el romanticismo cambió de escenario. Simplemente dos personas, el lugar  X. La diferencia fué la percepción que tuve. Anclado a la realidad, sólo eso. Pasó. No sé si vuelva a sentir lo mismo, pero seguro se quedó grabado en el pavimento camino a la casa y no en el camino amarillo camino al castillo.

Quiero pensar que mi enfermedad está cambiando de giro, o que por lo menos ya no quiero creer en cuentos de hadas o películas cursis. Mejor cambio de escenarios y me dejo llevar por la complicidad y el sentimiento real de lo que pasa y no de lo que espero.

Hortera, cursi o romántico no es lo mismo que amor. El amor es en lo que se basa esa escena, en los pequeños detalles que la alimentan. En la construcción del castillo convertido en casa con cada detalle como ladrillo. Para construirlo se necesitan dos. Creí que mi castillo estaba listo, pero es una casa a medida de una pareja. Y con cada relación nueva es construir de nuevo.

El escenario depende. Las personas y el sentimiento cambia. Sólo estas TU viendo lo que puedes aportar, lo que construya la otra persona no depende de ti. Así que cuando pienses en construir un castillo asegúrate que el cimiento está en el piso y es nuevo. Construye el escenario, disfruta, adáptate a la realidad y abre bien los ojos para que cada escena en tu vida sea “slow motion” simplemente echando raíces que es un momento, un recuerdo y que también pasará; no se sabe si se repetirá pero seguramente, como todo en la vida, pasará para enseñarte algo. Aprende de ello y asegúrate que el príncipe o la princesa que eres está list@ para tener castillo a medida construido con aceptación y no con fantasía. Percibe lo que hay y no lo que quieres que haya. No desprecies ni rechaces lo que sientes pero no te bases en ello. Deja que la otra persona construya a su modo. Experimenta vivir con la intensidad de sentir basado en la realidad.

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AMOR, EGOISMO Y PRESENCIA

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Hace pocos días me preguntaron lo que pensaba del amor, no del lado de la teoría sino de la práctica. Me encanta el amor romántico, la cursilería y el hacer las cosas que pasen como en cámara lenta. Creo que una relación siempre se debe de alimentar ya que al paso del tiempo se puede volver monótona, llevadera y el amor se convierte en costumbre o en cariño. Pero todo esto se base en lo que llamamos presencia, en “estar ahí” en mente, cuerpo y sentimiento.

Trato cada día de alimentar todo eso con un gracias, con pedir perdón, con comprensión, aceptación, interés en los demás e incluso con recordar lo que me dicen para mostrar realmente la parte de complicidad con las personas. No hablo sólo de las relaciones de pareja, sino en todas en general.

Yo soy una persona que se interesa por los demás, trato de ayudar en lo que pueda, soy muy buen escucha, trato de comprender y evitar el juicio y lo más importante; si estoy con alguien veo sus necesidades para que no le falte nada que yo pueda dar y trato de no ofender de ninguna manera. Creo que soy buena pareja y buen amigo. El problema viene cuando del otro lado no existe esa reciprocidad. Yo siempre trato de comprender el porqué lo hacen, pero no importa la razón sino “para qué” hacemos las cosas.

Esa razón de para qué, es lo importante. Cuando yo hago un comentario ofensivo, cuando ignoro, no me intereso por lo que me están diciendo, rechazo a los cumplidos, rechazo el abrazo y el cariño o incluso a los comentarios “cursis” estoy agrediendo pasivamente. Así evito tener contacto, no comprometerme y alejar a una distancia que considero prudente a los demás. Para no estar con las personas. Evitar la presencia.

La agresión pasiva me la conozco muy bien y sé perfectamente cómo utilizarla, ha sido mi compañera de relaciones toda la vida. La primera forma es con la falta de interés de la persona con la que estoy, el “no me importa lo que pienses, sientas o necesites” es un rechazo muy sutil. No se trata de interesarse en los demás de manera hipócrita, pero si me sirve para ver que tanto me interesa. El no decir lo que siento, el hacer daño y hacer comentarios ofensivos, el evitar que los demás me conozcan como soy y muy especialmente no ver las necesidades de los demás me hace darme cuenta que lo que puedo sentir en vez de amor por la otra persona es un simple “pasar el rato”.

Por ejemplo cuando tengo un amigo y sólo me interesa pasar el rato es muy fácil. Sólo me cae bien, paso tiempo con él, pero no me interesa lo que necesita, lo que siente o lo que piensa. Es decir, podemos hablar horas y pasar años de amistad pero la realidad es que no existe ese amor fraternal como puedo tener con otros al estar en los problemas, ayudarlo, apoyarlo y evitar ofenderlo en todos los sentidos. El estar ahí para él y que estén los demás para mí.

Todo esto va muy ligado al egoísmo. En mi etapa más egoísta estaba con gente siempre evitando involucrarme más de lo debido para evitar comprometerme. El amor, la  comprensión y la aceptación implican compromiso de mi parte para escuchar, para alimentar esa relación y que no decaiga con el paso del tiempo. No interesarme en las necesidades me hace egoísta. Estoy metido en mí evitando relacionarme realmente.

Cuando vivo mi egoísmo no acepto los cumplidos ya que no me interesa comprometerme y sentir, ofendo sin pensar porque no me interesa lo que sientan, no veo las necesidades porque ni siquiera sé cuales son ya que evito conocer más a la persona, aplico la ley de la liga para mi mejor conveniencia, manipulo, chantajeo, evito e incluso me fugo en mis sentimientos o pensamientos estando con alguien para estar conmigo mismo. Todo esto se dá con el rechazo hacia los demás para estar sólo conmigo.

Todo esto es tan sutil que no me doy cuenta muchas de las veces. No se trata de pasar por encima de mí. Se trata de comenzar con el interés por los demás, escuchar, sentir, decir , comunicarme y lo más importante es estar presente. En mi caso mi fuga perfecta al estar con alguien es estar inmerso en mis propios sentimientos, ponerme en el lugar de la persona para identificarme y sentir algo en mí relacionado. Muchas de las veces del lado de la empatía y otras del lado del egoísmo. Lo que sí me doy cuenta es que la presencia se nota. La presencia es estar ahí. Ver lo que pasa, relacionarme, sentir, decir lo que siento y pienso, comprender, no agredir, no evitar, no rechazar e interactuar. También aplica cuando se tienen relaciones sexuales y que alguno está pensando en otra cosa; se siente, no hay presencia, sólo hay un cuerpo y no hay persona. Los silencios son una forma de comunicación cuando hay presencia, pero cuando estoy con alguien pensando en la época de desove del salmón noruego, es no estar ahí. No hay presencia. No hay interés. Hay egoísmo. El amor no es egoísta.

El otro extremo es volcarse sobre la persona para perdernos a nosotros mismos, que a fin de cuentas sigue siendo egoísmo ya que comprometemos a que se sientan culpables o que hagan lo que nosotros queremos. Todo es un equilibrio y creo que lo más importante para relacionarnos es estar ahí. Dejar que fluya y dejar que pase sin poner resistencia. Comunicarse para ver las necesidades, interesarse y no dañar.

La única forma de tener presencia es interactuar desde lo que está pasando en el momento. Hablar, sentir y expresarse. No existe otra forma. La expresión es por medio de presencia, de gestos, abrazos, silencios, comprensión e interés. La presencia es amor. El egoísmo es no presencia. Me queda claro que cuando no estoy ahí con alguien no hay interés, no hay amor y hay egoísmo. Es mejor pasar 10 minutos de calidad con alguien que 12 horas sin presencia. No es sencillo ya que somos narcisistas y siempre pensamos en nosotros, pero los resultados son increíbles ya que el amor se manifiesta en el amor por mí y en el que sienten los demás por mí. Evalúe cómo son sus relaciones. Si muestran interés por usted, si tiene interés por los demás, si identifica las necesidades de los demás y ellos por usted, si se abre a recibir y dar. Con ese simple hecho se dará cuenta si sus relaciones están basadas en el amor y en la presencia o en sólo en el egoísmo y “pasar el tiempo”.

Imagen: http://www.shanelavalette.com/journal/2007/07/10/the-problem-with-photographers-who-conceive-a-picture-first-then-construct-it-according-to-tod-papageorge/

BELIEVE

Believe-in-Yourself

Las crisis son oportunidades de crecer. Se dice muy fácil cuando no estás en crisis, claro. Cuando tienes el agua hasta el cuello y quieres volar y no ves la salida comienza el pensamiento a echar mano de su negatividad para poderte hacer ver que no puedes.

Estoy en crisis. Claro, que con los pensamientos negativos sobre mí. El día de hoy al ver los problemas que tengo encima comienzo a sentirme con baja autoestima, frustrado, un “looser”, sin objetivos. El único punto que no había tocado en una crisis es que me he dado cuenta que no tengo sueños.

Una persona sin sueños es una persona muerta en vida. Intenso. ¿Creíble? Puede ser. Lo que sí puede ser es que una persona sin sueños no tiene esperanza. Al no tener esperanza, se pierde la fe. Al no tener fe no se tiene un pie en el presente.

Literalmente este artículo es un desahogo, una lección para plasmar lo que me tengo que decir, mi propia terapia. Estoy pasando por momentos muy difíciles. Con cambios, presiones, y altibajos emocionales. Nunca en mi vida había estado en esta situación. Todos los logros, viajes, experiencias y avances los veo lejanos. Como si nunca hubiera pasado nada más que lo que estoy viviendo.

Estoy aprendiendo a vivir en el presente. En no ver más que lo que está pasando en este mismo instante. La realidad es que en este momento no está pasando nada, pero sé lo que puede pasar. El enfocarse en el aquí y ahora no es fácil. Y más cuando tengo las presiones necesarias para hacerme sentir como me siento, bueno, me sentía hace algunas horas.

Ayer no creía en mí. Parece como si el Gory que siempre había estado se hubiera sublimado al aire. Me cuesta trabajo verme y valorarme. Sé que cuando hay crisis es difícil, pero la teoría me dio una bofetada con guantes de seda. Lo que tengo en este momento son un montón de expectativas. No estoy viviendo el presente, sólo el futuro y el horroroso pasado. Me cuesta trabajo agradecer el pasado y me aterra el futuro, es más me hace entrar en pánico. Ayer fue un mal día. No sé si ustedes crean en esos correos que si lo reenvías te pasa algo importante a tal hora, pero envié uno diciéndome que a las 12:50 de la noche pasaría algo. Creo que pasó.

Me dí cuenta de la persona que tengo a mi lado. Necesitaba apoyo y comprensión. Lo tuve. Sentí una punzada de emoción en el pecho. Algo pasó. Me relajé, dejé el pensamiento y me sentí mejor. Comencé a sentir el presente. Me levanté por la mañana con una cascada de emociones de nuevo, pero al ver esa sonrisa adormilada diciéndome que me fuera bien en el día me dio la fuerza de levantarme. Lloré en el camino al trabajo con mi negatividad en la cabeza. Sentí miedo. Hice lo que pude hacer con mi miedo. Seguí.

No sé lo que va a pasar. No sé si estaré bien. Pero lo que sí sé es que las personas que tengo a mi lado son grandiosas. Mi mejor amigo Willardo se abrió de corazón ofreciendo todo su apoyo, Estefanía me dijo muchas palabras que lloré por teléfono, mi mejor amiga Pau tuvo la paciencia de escucharme y aterrizarme con mucho amor, Rox a pesar de lo que está pasando me escuchó, compartió conmigo, me dio tranquilidad y me infundió fé. Y al final de todo, estas emociones de fin de semana me encuentro con Pako, que con su modo tan auténtico y con el trabajo que le cuesta decir las cosas me hizo sentirme y sentirlo. Reaccioné. Había cosas que no había valorado.

Lo que me queda es que tengo muchas personas que son como ángeles en mi vida en este momento. Que están ahí. La verdadera riqueza son las personas que tengo en este momento en mi vida. En este momento estoy en el Starbucks, fumando y tomando té de menta. El de siempre. Viendo a la gente platicar, reír y hasta discutir. No pasa nada. Está en mi cabeza. El pensamiento sólo es eso, pensamiento.

Lo que sí veo es que mi familia, mis amigos y mi novio son mi mayor fuerza, creen en mí; inclusive cuando yo no creo en mí. Me lo repiten con paciencia y con amor. Esto es un gracias porque sé lo que les cuesta decirme y comportarse como lo hicieron. A cada uno les digo que son mi pilar en este momento. Gracias por darme el apoyo, por hacerme ver lo que soy cuando no lo veo, compartir su positividad cuando no la tengo, un abrazo, un beso o simplemente la sonrisa. Sigo adelante. Agradezco y comienzo de nuevo a creer en mí. Saltaré de la ratonera y con el queso en las manos diré : Gracias a que los tengo en mi vida aquí y ahora.

Imagen: http://www.photobotos.com/believe-in-yourself/

DISPUESTO A VIVIR

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Dar y recibir. Equilibrio. Aprendizaje. Vida. El dar y recibir viene desde el primer momento en que un espermatozoide se une a un óvulo y comenzamos a formarnos. Es la ley de la vida. No existe el recibir sin el dar y el dar sin el recibir.

En el camino de la vida aprendemos de las situaciones que todo es una economía de emociones y hechos. Cuando somos pequeños nos enseñan a compartir, a recibir (muchas veces demás) y a dar. Cuando somos pequeños no comprendemos el hecho de dar, simplemente recibimos todo lo que nos ofrecen. Comida, vestido, amor, abrazos. Estamos identificados como uno sólo con nuestra madre, posteriormente nos identificamos como nosotros mismos. En ese instante comienza la economía.

Somos seres que estamos acostumbrados a recibir. La vida está dispuesta a darnos muchas cosas y es importante recibirlas con las manos, la mente y el corazón abiertos; pero también debemos de dar algo. Ese algo es diferente en cada situación y en cada persona.

Yo en el transcurso de los años, evalúo que he recibido muchas cosas. Amigos, familiares, amor, cariño, personas, cosas materiales y experiencia. Lo que he dado ha sido poco hasta hace algún tiempo en donde he entendido y aprendido que es un balance, como muchas de las cosas que existen en el universo. La energía tiene su polo negativo y positivo. Femenino y masculino. Ying y Yang. Destrucción y construcción. Es simple. No existe  uno sin otro. El problema comienza cuando sólo estamos dispuestos a recibir. Comienza el egoísmo, el egocentrismo y hasta el egotismo. La balanza se inclina y caen las pesas.

El dar amor es una parte muy importante para cualquier ser humano. Abrirte a recibirlo verdaderamente no es fácil. El amor comienza con el equilibrio perfecto. No puedes llegar a amar a alguien que no quiere recibir, a menos que no veas tus propias necesidades de amor y no te lo quieras dar buscándolo de manera incorrecta en los demás. La primera función para el amor es la bondad, seguido de la compasión. Pero al mismo tiempo no puedo recibir el amor si en verdad no estoy dispuesto a darlo.

Los detalles, un simple gracias, la preocupación, el interés, la apertura, el perdón,  y la comprensión son base de una experiencia de equilibrio. Todo lo demás se dá por añadidura. Recibimos abiertamente desde una sonrisa, hasta una simple paz en nosotros mismos.

No necesito ir más allá de mí para recibir. El verdadero problema es cuando no estoy dispuesto a que la otra persona me quiera, me ame o me cuide. El rechazo a la vida es en automático. No hay vida sin amor. No me permito crecer, me enfrasco en mi egoísmo y en mi egocentrismo y evito a toda costa que fluya lo que puede llegar a ser un aprendizaje.

Una persona egoísta es una persona que obra todo para su propio interés, aunque pueda hacer cosas por los demás obteniendo un beneficio, como por ejemplo sentirse bien. El egoísmo no se dá en el amor. El amor evita que seas egoísta, piensas primero en los demás que en ti, pero con el amor por ti mismo de lado. No es perderse por los demás, sino perder el egoísmo por el amor. No admite egocentristas, egotistas o personas enamoradas sólo de sí mismas. Cuando nos abrimos al amor comenzamos a conocer a la otra persona, a interesarme por lo que siente y lo que vive, sus preferencias, sus necesidades y estamos dispuestos a compartirnos desde el amor y no desde la forma de cubrir hoyos de nuestra personalidad.

El enamorarse de ti mismo no funciona. Debes de dar para poder fluir. El verte como lo que realmente eres. Compartir. Ser. Cuando llegas a la verdadera naturaleza de tu Ser no te dá miedo amar. Puedes hacerlo fluyendo.

Así que la próxima vez que haga algo, piense en el beneficio para usted. Si está dispuesto a dar sin recibir, ya que aunque parezca paradójico cuando se dá en el amor se recibe en automático. Pensar hasta donde estoy dispuesto a llegar a cambiar para evitar hacer daño, contemplar las necesidades de las otras personas; pero también cuánto estoy dispuesto a recibir sin rechazar. Compartir. Sentirse atraído como abejas a la miel. Comprender y cuidar. Con sólo el beneficio puro de sentir ese amor, con ése simple hecho se obtiene un equilibrio. Dar y recibir en automático.

Imagen: http://mommymessage.blogspot.mx/2010_05_01_archive.html

DEJAR FLUIR

Me pasa seguido que cuando trato de ver los problemas de forma realista me parecen demasiado para resolver en ese momento, cuando de verdad no es tan difícil. Muchas de las veces nos agobiamos con situaciones sencillas de resolver porque … Sigue leyendo