EL DULCE TORMENTO DEL ANHELO

anhelo

Remontándome al pasado visualizo una infancia en donde he perdido el amor, mi dignidad y el amor por mí varias veces; y así sucesivamente hasta el día de hoy.

 Mi vida está llena de pérdidas. Pérdidas materiales, emocionales, afectivas y espirituales; pero muy especialmente pérdidas internas como seguridad y confianza. El día de hoy salgo de una crisis. Estoy viendo facetas de mí que me aterran y me entristecen. He estado inmerso en la valuación de los daños y no me he centrado en el autoconocimiento.

 Mi vida se basa en el amor. Algunos dirían que es especialmente interesante y sano basarlo en hacerlo todo en base al amor, pero yo baso mi felicidad en el amor romántico y se vuelve como una bruma espesa que no me deja ver mi horizonte.

Siempre he tenido la impresión de que estoy en un entrenamiento constante para conocer a la persona correcta que me haga sentir especial, interesante, deseado y único en el mundo. Creo que nunca llega y le pongo pretextos, defectos y rechazos a lo que tengo. Todo esto lo he basado en mi infancia y mi pasado. Como si tuviera un dulce tormento en la tragedia de mi vida. Me siento especial por haber sufrido tanto y haber salido adelante. La falta de comprensión de lo que he vivido por parte de mis seres queridos me ha causado mucho enojo e ira. Por esa razón el sentirme incomprendido y no escuchado me hace sentir intensamente iracundo. ¿Cómo no me comprenden, si yo he vivido lo peor y me he llevado los mayores golpes?

 Si soy honesto conmigo podría decir que si he sufrido mucho y sigo teniendo muchos golpes emocionales, afectivos, amorosos y materiales. Pero eso no es pretexto para no ver lo que estoy viviendo. Tiendo a centrarme en los errores del pasado y grabarlos en piedra para que no se olviden. Toda mi energía se gasta en evaluar, reflexionar, aprender, analizar y comprender mi pasado. No me puedo comprometer con mi presente. Con lo que siento aquí y ahora. Los errores del pasado se acumulan en mi mente para castigarme y reprocharme lo mal que lo he hecho.

 Me cuesta trabajo centrarme en mi presente. Como si no tuviera suficiente dolor en mi pasado para acumular más el día de hoy. La intensidad de sentimientos se desborda por momentos, por lo que he aprendido a bloquearlos para irme con precaución y aprender de ellos pero hoy me confunden por no sentirlos con la intensidad de siempre. Como si mi única luz fuera el sentir y al no tenerla camino en tinieblas por un túnel de varios senderos del que no sé cuál dirección tomar.

 Como escribió Truman Capote en el prefacio de Música para camaleones: “Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse”. Así estoy yo. Con el don de sentir, identificar en los demás y la capacidad de ayuda hacia los demás. Mi látigo el hacerlo compulsivamente hasta el grado de ver el mínimo detalle, desmenuzarlo, digerirlo y excretarlo para observarlo todo el tiempo poniéndolo en una vitrina de desechos como trofeo. Ese es mi látigo y me autoflagelo todo el tiempo con lo mismo. El exigirme la comprensión y la ayuda por los demás me evita vivir feliz.

 Puedo llegar a ser una persona demasiado exigente, amenazadora e intensa. Pero mi intensidad me hace amar con llamaradas intensas, entregarme sin límite y hacer de lo cotidiano una historia digna de película.

 Mis mayores miedos son el rechazo, el abandono y la incomprensión. Estoy lidiando en este momento con mis mayores miedos. Me desestabiliza y aterra el saber que esos miedos son fruto de una ira incontrolada por la exigencia hacia mí mismo de no ser lo suficientemente digno para ser amado. Necesito sentirme en un marco de amor, protección y seguridad para poderlo aceptar. Respetarme, darme lo que necesito y estar en un ambiente seguro es lo que me ayuda a poder enfrentar mis miedos.

 Tiendo a rechazar, alejar y abandonar para que no me lo hagan a mí. Completamente egocéntrico. Huyo del amor y de la felicidad porque me cuesta creer que soy una persona digna para sentir el amor. Por eso me vuelco en mi voracidad de dar para poder recibir lo que me «falta». Lo que recibo no es suficiente y quiero más. Como si fuera una necesidad de llenar las baterías completas para la posterior falta de energía. Nada es suficiente. Nunca es suficiente. No soy suficiente.

El dulce tormento del anhelo. Anhelo de ser mejor, de tener el amor perfecto, de ser perfecto para el amor, de ser capaz y de ser feliz. Todo en tiempos erróneos: pasado o futuro.

 Me han dado una gran lección durante estos días. El hablar con mi amigo Willardo me hizo reflexionar que estoy enojado con mi pasado y que no me estoy viendo, incluso cuando me justifiqué que si lo estaba viendo. Posteriormente me encuentro con un libro acerca de mi eneatipo que me golpea con fuerza para hacerme ver lo que expuse anteriormente. Me taladran sus palabras así como las de Pako.

 Me duele el acordarme de que no me doy cuenta de lo que tengo, de lo que no valoro, de lo que me alejo, de lo que rechazo, de lo que me enoja, pero especialmente de lo que dejo de hacer.

 Me quiero centrar en mi presente. Mi anhelo cambia por el presente para volverlo realidad. ¡Que ironía! La palabra anhelo me ha seguido durante un año. Me ha dado muchas cosas en todos los sentidos y hoy la valoro. Anhelo de sentirme amado en el presente, de ser capaz, de amar y de ser feliz. Lo quiero convertir en el día de hoy. No sé si lo lograré todos los días, pero tengo una melancolía por hacerlo.

 El dulce tormento del anhelo se convierte en una simple felicidad presente. Sin adornos. Dejando la ira por un lado para evaluarla de la manera adecuada. Viendo mi presente desaparece mi angustia y la ira disminuye.

 Ya no quiero tener miedo de no sentirme suficiente. Ya no quiero desear más, tengo que aprender a ser feliz con lo que tengo. Pedir lo que necesito desde el punto presente y no desde el deseo exigente de la perfección.

 Me abro a recibir lo que me entrega la vida. Ya he recibido demasiados golpes y no voy a permitir recibir más. No voy a permitir que me hagan daño, no voy a recoger migajas de amor del piso y me permitiré pedir lo que necesito en el momento justo. Voy a confiar en lo que sienten por mí y lo que siento yo por los demás. Me haré comprender. No voy a rechazarme ni rechazaré a los demás, ya que el éxito depende de mi forma de ver y de vivir, no del anhelo constante a lo que vendrá o lo que tuve.

 Dejaré el dulce tormento del anhelo. Hoy se convierte en presente y en realidad constante. Conciencia continua.

 Imagen: http://historiasdeunalmanonima.blogspot.mx/2010/10/anhelo.html

 

 

BESO BAJO LA LLUVIA

kiss

Me encantan las películas románticas donde todo aparece, parece y desaparece por arte de magia. Las típicas escenas de “slow motion” que te hacen vibrar o inclusive llorar me transportan a una fantasía que muchas veces no concuerda con la realidad. El gran maestro Robert K. Hall dice que el romanticismo es una enfermedad incurable y que puede llegar a ser una epidemia. Me apunto a estar enfermo.

Reflexiono de cómo he llevado mi vida y mis relaciones en base a la fantasía. Al creer que puedo ser de esa manera y ser correspondido de la misma forma me lleva a creer en ese amor romántico y no hay nada más peligroso que una esperanza con una expectativa de la mano.

En la vida real es muy diferente. Yo formé una fantasía para evitar el contacto con la realidad, con lo que tenía y con lo que estaba pasando. Hoy recapacito que no existe. Eso no quiere decir que no encuentre momentos muy románticos y hasta cursis; pero para llegar a ese momento se necesita sentirlo y no observarlo. Definitivamente mi enfermedad no tiene cura conocida, pero si tiene un paliativo que es ver la realidad tal cual es. No voy a cambiar a dejar de ser romántico, cursi y llorar en las películas con esa intensidad característica en mí pero si puedo observar lo que pasa en mi vida. Una película diferente con muchos momentos “slow motion” ya que puedo sentirlos en ciertos momentos. El gran problema es que tengo todavía la esperanza con una expectativa incluida.

Mi gran expectativa que me está destruyendo por dentro es que quiero que los demás sientan como yo, y que piensen en lo mismo. Una mezcla entre insano juicio y frustración premeditada. Mi amigo Willardo me dice que cuando tuviera pareja me daría cuenta que no es tan fácil. La gran realidad es que tener una pareja no es tarea fácil cuando de verdad te comprometes TU contigo mismo y con la otra persona. Ya que una relación de pareja habla mucho de compartir lo que tienes y por consiguiente ver que te falta.

En mi caso me falta aceptación, comprensión, dejar la expectativa de lado, evitar la imaginación, estar conmigo, confrontarme y evaluar lo que soy en base a la realidad. He estado metido en esa fantasía del amor romántico y por consiguiente en ser el príncipe que quiero en mi película con un pequeño detalle: el príncipe necesita tener un reino en el corazón. Mi reino tiene muchos súbditos, palacio, un asiento en el trono real al lado e incluso un camino amarillo que lleva desde cualquier parte del reino al corazón del palacio. Está lleno de escenas de cuento como bailar bajo la lluvia, cantar una canción juntos, una foto en el techo, sorpresas, decir cosas en silencio, pasión y detalles a diario.

Ese reino está construido en base a la expectativa. La realidad es que no existe. Hay un abismo entre la realidad y ese reino en el corazón del príncipe. Muchas cosas las he construido y me faltan algunas otras. El hecho es de que todo eso no sirve sin lo principal: Aceptación.

Aceptación de mí, de mis cualidades, capacidades, limitaciones, circunstancias y lo mas importante de todo: Aceptación de la realidad sin expectativas compartiendo lo que tengo.

El castillo del príncipe se derrumba para volverse a construir. Me doy cuenta que el castillo debe ser a base de aceptación, compromiso, comprensión, perdón, interés, atracción, complicidad, identificar necesidades, recordar, fluir y no esperar nada. Un castillo hecho a medida con los cimientos en el piso y no en el techo. Duele, cuesta y necesita trabajo para la construcción.

El reino se convierte en ciudad. El cielo rosa en azul y el camino amarillo en pavimento caliente. No hay trono ni escaleras largas para darse un beso en la mitad de ellas. Sólo existe lo que hay. La dura realidad contra el romanticismo. No quiere decir que no crea en el romanticismo, sino que cambia de escenario. Anclado en el piso  puedo ver que se necesita trabajo, comprensión y aceptación. Llevar las escenas románticas al sentimiento mutuo. La lluvia caerá del cielo y no sé si con el beso debajo, pero si me queda claro que caerá lluvia. Si pasa perfecto, sino pasa también. Todo depende de si el sentimiento se adecúa a la lluvia y no al revés. En una película que ví ayer decía “los milagros no existen, pero deja que pase”. Esa frase me aterrizó. Sólo deja que pase, no esperes el milagro; decía mi cabeza. Y sí pasa.

Al terminar la película un beso en el piso, un abrazo en medio de la canción de los créditos me enseñó que si pasa. Y en ese momento el romanticismo cambió de escenario. Simplemente dos personas, el lugar  X. La diferencia fué la percepción que tuve. Anclado a la realidad, sólo eso. Pasó. No sé si vuelva a sentir lo mismo, pero seguro se quedó grabado en el pavimento camino a la casa y no en el camino amarillo camino al castillo.

Quiero pensar que mi enfermedad está cambiando de giro, o que por lo menos ya no quiero creer en cuentos de hadas o películas cursis. Mejor cambio de escenarios y me dejo llevar por la complicidad y el sentimiento real de lo que pasa y no de lo que espero.

Hortera, cursi o romántico no es lo mismo que amor. El amor es en lo que se basa esa escena, en los pequeños detalles que la alimentan. En la construcción del castillo convertido en casa con cada detalle como ladrillo. Para construirlo se necesitan dos. Creí que mi castillo estaba listo, pero es una casa a medida de una pareja. Y con cada relación nueva es construir de nuevo.

El escenario depende. Las personas y el sentimiento cambia. Sólo estas TU viendo lo que puedes aportar, lo que construya la otra persona no depende de ti. Así que cuando pienses en construir un castillo asegúrate que el cimiento está en el piso y es nuevo. Construye el escenario, disfruta, adáptate a la realidad y abre bien los ojos para que cada escena en tu vida sea “slow motion” simplemente echando raíces que es un momento, un recuerdo y que también pasará; no se sabe si se repetirá pero seguramente, como todo en la vida, pasará para enseñarte algo. Aprende de ello y asegúrate que el príncipe o la princesa que eres está list@ para tener castillo a medida construido con aceptación y no con fantasía. Percibe lo que hay y no lo que quieres que haya. No desprecies ni rechaces lo que sientes pero no te bases en ello. Deja que la otra persona construya a su modo. Experimenta vivir con la intensidad de sentir basado en la realidad.

Imagen: http://3.bp.blogspot.com/-hWjDEK5eM4U/TZ6MzUWVWEI/AAAAAAAAAIM/PUcXrXYqpqs/s1600/chace-crawford-kissing-leighton-meester-wallpaper.jpg

BELIEVE

Believe-in-Yourself

Las crisis son oportunidades de crecer. Se dice muy fácil cuando no estás en crisis, claro. Cuando tienes el agua hasta el cuello y quieres volar y no ves la salida comienza el pensamiento a echar mano de su negatividad para poderte hacer ver que no puedes.

Estoy en crisis. Claro, que con los pensamientos negativos sobre mí. El día de hoy al ver los problemas que tengo encima comienzo a sentirme con baja autoestima, frustrado, un “looser”, sin objetivos. El único punto que no había tocado en una crisis es que me he dado cuenta que no tengo sueños.

Una persona sin sueños es una persona muerta en vida. Intenso. ¿Creíble? Puede ser. Lo que sí puede ser es que una persona sin sueños no tiene esperanza. Al no tener esperanza, se pierde la fe. Al no tener fe no se tiene un pie en el presente.

Literalmente este artículo es un desahogo, una lección para plasmar lo que me tengo que decir, mi propia terapia. Estoy pasando por momentos muy difíciles. Con cambios, presiones, y altibajos emocionales. Nunca en mi vida había estado en esta situación. Todos los logros, viajes, experiencias y avances los veo lejanos. Como si nunca hubiera pasado nada más que lo que estoy viviendo.

Estoy aprendiendo a vivir en el presente. En no ver más que lo que está pasando en este mismo instante. La realidad es que en este momento no está pasando nada, pero sé lo que puede pasar. El enfocarse en el aquí y ahora no es fácil. Y más cuando tengo las presiones necesarias para hacerme sentir como me siento, bueno, me sentía hace algunas horas.

Ayer no creía en mí. Parece como si el Gory que siempre había estado se hubiera sublimado al aire. Me cuesta trabajo verme y valorarme. Sé que cuando hay crisis es difícil, pero la teoría me dio una bofetada con guantes de seda. Lo que tengo en este momento son un montón de expectativas. No estoy viviendo el presente, sólo el futuro y el horroroso pasado. Me cuesta trabajo agradecer el pasado y me aterra el futuro, es más me hace entrar en pánico. Ayer fue un mal día. No sé si ustedes crean en esos correos que si lo reenvías te pasa algo importante a tal hora, pero envié uno diciéndome que a las 12:50 de la noche pasaría algo. Creo que pasó.

Me dí cuenta de la persona que tengo a mi lado. Necesitaba apoyo y comprensión. Lo tuve. Sentí una punzada de emoción en el pecho. Algo pasó. Me relajé, dejé el pensamiento y me sentí mejor. Comencé a sentir el presente. Me levanté por la mañana con una cascada de emociones de nuevo, pero al ver esa sonrisa adormilada diciéndome que me fuera bien en el día me dio la fuerza de levantarme. Lloré en el camino al trabajo con mi negatividad en la cabeza. Sentí miedo. Hice lo que pude hacer con mi miedo. Seguí.

No sé lo que va a pasar. No sé si estaré bien. Pero lo que sí sé es que las personas que tengo a mi lado son grandiosas. Mi mejor amigo Willardo se abrió de corazón ofreciendo todo su apoyo, Estefanía me dijo muchas palabras que lloré por teléfono, mi mejor amiga Pau tuvo la paciencia de escucharme y aterrizarme con mucho amor, Rox a pesar de lo que está pasando me escuchó, compartió conmigo, me dio tranquilidad y me infundió fé. Y al final de todo, estas emociones de fin de semana me encuentro con Pako, que con su modo tan auténtico y con el trabajo que le cuesta decir las cosas me hizo sentirme y sentirlo. Reaccioné. Había cosas que no había valorado.

Lo que me queda es que tengo muchas personas que son como ángeles en mi vida en este momento. Que están ahí. La verdadera riqueza son las personas que tengo en este momento en mi vida. En este momento estoy en el Starbucks, fumando y tomando té de menta. El de siempre. Viendo a la gente platicar, reír y hasta discutir. No pasa nada. Está en mi cabeza. El pensamiento sólo es eso, pensamiento.

Lo que sí veo es que mi familia, mis amigos y mi novio son mi mayor fuerza, creen en mí; inclusive cuando yo no creo en mí. Me lo repiten con paciencia y con amor. Esto es un gracias porque sé lo que les cuesta decirme y comportarse como lo hicieron. A cada uno les digo que son mi pilar en este momento. Gracias por darme el apoyo, por hacerme ver lo que soy cuando no lo veo, compartir su positividad cuando no la tengo, un abrazo, un beso o simplemente la sonrisa. Sigo adelante. Agradezco y comienzo de nuevo a creer en mí. Saltaré de la ratonera y con el queso en las manos diré : Gracias a que los tengo en mi vida aquí y ahora.

Imagen: http://www.photobotos.com/believe-in-yourself/

DEJAR FLUIR

Me pasa seguido que cuando trato de ver los problemas de forma realista me parecen demasiado para resolver en ese momento, cuando de verdad no es tan difícil. Muchas de las veces nos agobiamos con situaciones sencillas de resolver porque … Sigue leyendo

VACIO ¿FERTIL?

He tenido uno de esos días, en donde desde que te levantas… No te funciona. Hoy me sentí rechazado por mí mismo. Fui a la iglesia a encontrar “algo” que me hiciera sentir mejor, sentí una tranquilidad diferente como de … Sigue leyendo

HAPPY DAY

Tuve uno de los días más felices de mi vida. Cerré los círculos más dañinos de mi existencia el día de ayer. La casualidad o el destino me puso a una persona en el momento justo, ya que fue al principio una distracción de mi enojo para convertirlo en tranquilidad, pero después fue un apoyo muy grande con el simple hecho de estar conviviendo juntos.

El círculo mas dañino que he tenido ha sido el aferrarme o apegarme a un pasado que no podía soltar, por la sensación de que no podía superarlo. Me encontré con Lord Voldemort (así le llamo a cierta persona que fue muy importante para mí). Así como todos en la película de Harry Potter no lo querían pronunciar y le tenían miedo, a mí me pasaba lo mismo. El encontrarme con Voldemort frente a frente me hizo saber que ya es pasado, un pasado difícil de sobrellevar en su momento y ahora creo que bastante llevadero.

Fue un solo instante, un lapso de 2 segundos a menos de un metro de distancia. Al percibirme de su presencia no sentí nada. Y al no sentir nada me sacó de onda. Es decir me sacó de onda no sacarme de onda. ¡Irónico!. Me dí cuenta que no paraba de voltear a ver donde estaba yo y la verdad no pasó nada. Más de 18 meses esperando un momento con nervios, con impotencia, con miedo y con incertidumbre; para ver que no pasó absolutamente nada.

Al principio sentía rencor, coraje, impotencia, frustración, resentimiento, enojo, ira, tristeza, nostalgia e incluso añoranza de la situación. Después de mucho tiempo me doy cuenta que ya no siento ni lástima. Deseo que le vaya mejor de cómo le ha ido siempre y que logre todos sus sueños. Quería que estuviera lejos de mí por miedo, pero me doy cuenta que no existe ese miedo ahora. Si llega a acercarse no pasa nada. Por lo pronto de mi parte no quiero estar cerca de esa persona, pero no me incomodaría si en situaciones extremas de la vida llego a tener un contacto con él. Ya no pasa nada. ¿O pasa mucho?

Creo que si está pasando algo muy grande, ya que me doy cuenta que mi autoestima va mejorando, que mi seguridad está presente, que mi carácter es fuerte, que tengo a las personas adecuadas, que voy por buen camino, soy buena persona, soy noble, no puedo evitar los sentimientos de venganza, puedo salir adelante sin anclarme al pasado, estoy respetando mi individualidad, respeto a los demás y estoy respetando mis sentimientos y pensamientos. En fin estoy empezando a ser congruente honestamente. Eso me dá el alicate para seguir en el camino de recuperar la conciencia, y recuperar mi vida.

Desde la mañana tuve el presentimiento que iba a pasar. Como si supiera que voy a respirar dentro de un minuto, sabía que iba a ver a Voldemort. Y pasó. Últimamente he tenido muchos presentimientos, una persona me dijo que estaba recordando mi futuro, y creo que es verdad. El futuro está aquí el día de hoy, solo basta esperarme un segundo. En fin. Ayer un instante viví el presente, ví mi pasado y conocí mi futuro. Disfruté la sensación. Ahora me doy cuenta que vivir mi presente significa ver mi realidad, por dura que sea, dándome la oportunidad de disfrutar y querer cambiar, si deseo alguna situación.

Hoy cambié y me dí cuenta de que puedo afrontar la vida sin muletas. Sin rencores. Sin pasado. Sólo forjar mi futuro en base a ver mi realidad, conocerme a mí mismo y confrontarme a mis miedos.

Imagen: http://unboxedwriters.com/2012/07/the-happiness-list/

VIDA A COLORES Y EN 3D

20120704-175139.jpg

El día de hoy me pongo a reflexionar realmente en la forma de tomarme la vida. Estos días he estado enojado. ¿Porqué? Porque tengo cambios en mi vida, beneficiosos, pero cambios al fin. Me cuesta tomarlos de la manera como debe de ser… De forma espontánea.

Hoy me enteré de una noticia que me dejó helado. Literalmente asimilo que la vida me está poniendo ejemplos muy claros de lo que tengo que hacer, de lo que no tengo que hacer y demostrarme en forma de una bofetada invisible lo que estoy haciendo.

Aprendo, asimilo y hasta ahora acepto que mi vida es muy fácil comparada con la de otros, pero al mismo tiempo es tan difícil como la de los demás; pues claro ¡La estoy sintiendo yo!

Normalmente terminamos comparándonos con los demás para obtener una frustración, porque no se me ocurre ninguna otra razón. Yo me comparé, asimilé, deduje, introduje y desheché un tipo de frustración muy sutil en forma de enojo. Un enojo silencioso, invisible, camuflajeado de «es lo que debo hacer » o » es lo que me toca» .

Me doy cuenta después de tantos días de vivir por vivir que no estoy difrutando, sino que simplemente estoy viviendo lo que tengo que vivir; pero inadecuadamente en forma de introducirme en una realidad externa cuando lo más importante es mi realidad interna.

Esa realidad de no juzgar lo que me pasa o querer asimilar los hechos. Son simplemente momentos que estan pasando, no que están modificando mi esencia como persona a menos que yo lo permita. Permito comparar, juzgar, asimilar, comprar, vender, cambiar, negociar y querer cambiar los hechos cuando me doy cuenta que no tengo que hacer absolutamente nada; simplemente lo que tengo que hacer. Con el «tener que hacer» quiero decir ser observador y cambiar lo que esté a mi alcance para el mejor beneficio no de mí, sino de todo el contexto con el que estoy relacionado.

Mi vida es como una película codificada, que de vez en cuando me envían la clave para poder verla incluso en 3D, es decir tengo que traducir las señales de lo que me están enseñando todos los seres que están a mi alrededor y ver la mejor perspectiva de ella. Exactamente lo que me pasó el día de hoy. Descodificaron mi vida y la volví a ver en 3D, incluso en 4DX. Comencé a vivir de nuevo, sin el sutil enojo frustrado de un ser que lucha con su despertar, a ver todo en dimensiones y colores intensos.

Me queda claro que todos me estan enseñando cosas muy importantes. Mi grandiosidad consiste en poder ver que todas las situaciones están hechas para mí en especial porque tienen un objetivo. La vida me enseña que los actores, escenarios, situaciones y efectos especiales están puestos por algo: entender la película de mi vida para poder comprender el final.

No me preocupa el final, porque sé que acabará cuando termine de enterarme de toda la trama, de los personajes y los efectos especiales. El final será como debe de ser y aunque no quiero que se acabe la película, debo de estar de espectador disfrutando la función.

Sólo estoy pensando una cosa… ¿Qué título tendrá mi película? Y de algo estoy seguro: los personajes, escenarios, efectos especiales e incluso los actores principales ya los conozco, sólo estoy esperando el momento a que salgan a escena para ver mi propia actuación.

Imagen: http://www.educationalservice.net/2012/january/20120115_movies.php