Histéric@s y psicópatas

  Hace ya tiempo que no escribo porque no tenía ánimos y en cierto modo mi visión de la vida estaba cambiando de forma radical. La intensidad, el arrebatamiento por devorar la vida y hasta la exigencia por «hacerlo bien» … Sigue leyendo

ATRAPASUEÑOS DE VIDA

 

Atrapasueños

El proceso de mi vida en estos días ha sido muy interesante. Comencé cayendo en la cuenta que no puedo confiar muchas veces ni en mí mismo porque no me he conocido lo suficiente, o no he querido experimentar formas diferentes en mi forma de ser. En una de mis terapias Gestalt salió la frase de «durmiendo con mi enemigo». Pensé en un montón de cosas, pero el verdadero enemigo soy yo mismo. Soy un tirano exigiendo, controlando y tratando de hacer todo bien. Me lo exijo en todo momento. Una parte castigadora dentro de mí que me hace que haga cosas cada vez mejor. Tengo que meditar, ser bueno, no exigir, no decir lo que siento, lo que pienso, estudiar, trabajar más, ser buen novio, buen hijo, buen amigo, buena persona y principalmente ser mejor. Cuando no lo logro comienza el castigo de una forma sádica de culpa y enojo conmigo.

Pero es sólo una parte. Como todos los seres humanos tenemos varias voces en nuestra cabeza que nos dicen que hacer y que no hacer. Que juzga, exige, manipula y castiga. Es normal en todos nosotros. Pero entiendo que es sólo una voz que no tiene fuerza si yo no le doy la fuerza necesaria para hacerlo. Eso es dormir con el enemigo. Hacerle caso hasta que la vida se vuelva estresante o exigente en todo momento.

Me doy cuenta que otra parte de mí quiere volar. Volar hacia una libertad libre de cadenas. El enojo, exigencia, frustración, impotencia, el ser bueno, el querer hacer las cosas mejor (más allá de mi capacidad) , ser bueno en todo y hacerlo mejor cada vez; son sólo cadenas que evitan que vuele hacia la verdadera libertad.

La libertad de ser una persona auténtica. Hoy comencé a ser como yo quiero. No a lo que los demás quieren que sea. Antes me sometía a los deseos o a lo que me querían dar los demás.El día de hoy no. Quiero hacer lo que me gusta sin exigencias, a vivir mi vida en libertad y no juzgarme todo el tiempo por las cosas que hago de cierta manera. Pero eso no quiere decir llegar a vivir sin límites. Ver lo que es bueno para MI. En el pasado (inclusive hace algunas semanas) no distinguía lo que realmente era bueno para mí porque no confiaba en que lo fuera, sino en lo que me podía equivocar. Me moría de miedo de perder a personas que tenía en mi vida y que nunca pensaban en lo que yo realmente necesitaba, sino en su propia satisfacción y crecimiento de su ego. Hoy no tengo miedo de perderlas, ni de tenerlas. Si realmente me comprometo conmigo mismo puedo estar con quien sea sin miedo, sin quedar bien, sin tratar de agradar y sin necesidad de tener a alguien.

El compromiso lo veía como una cadena que me impedía volar, pero no es así. El compromiso me ayuda a hacer lo que quiero poniéndome límites, a cumplirlos. Me doy cuenta que no me comprometía conmigo mismo por el miedo a que los demás no se comprometieran conmigo. Me sentí absurdo al darme cuenta que el compromiso es mío. Me comprometo a decir lo que pienso, lo que siento y lo que quiero. A cumplirlo. A aterrizar mis sueños. Los sueños de ser yo mismo por el simple hecho de querer hacerlo, no con la exigencia de tener que ser mejor.

Yo sé que no todo lo que pienso o siento es real. A veces son simples juegos de mi ego para exigir y exigirme. Pero me doy cuenta que no soy egoísta cuando los demás me demuestran que no lo son conmigo. Soy una persona que puede llegar a ser muy exigente y egoísta cuando no me demuestran que puedo confiar en ellos, y peor aún cuando me demuestran desconfianza. Pero no tengo porque dejar que me pisoteen en ningún momento. Que las personas pueden llegar a hacer importantes en mi vida cuando dejan huella, no rastros de problemas.

Yo soy muy intenso, pero sé que soy muy confiable. Digo exactamente lo que pienso y lo que quiero. Tengo confianza en saber escoger el camino, pero al mismo tiempo en que las personas caminen conmigo de la misma forma y confiar en ellos para recorrerlo juntos. No encadenados. Con libertad. Las verdaderas cadenas son lo que espero que hagan por mí, creer cuando no puedo creer, confiar cuando no puedo confiar. Me doy cuenta que exijo verdades donde no hay verdad. Amor e interés donde no lo hay. Me intereso por los demás para hacer que se sientan bien en cada momento desde su punto de vista y no del mío. Ayudarles a cumplir sus sueños.

Parte de mis sueños son ser mejor persona, vivir tranquilo y que los que estén conmigo disfruten mi compañía. Pero honestamente. Sin neblina de promesas, mentiras, engaños o con falta de interés. Estoy contento con lo que puedo ser y aunque me dé cuenta de mis errores, estoy dispuesto a pedir perdón y arreglarlos. Por mí, por mi sueño de estar tranquilo. Divertirme. Disfrutar. Ser libre. Sin las cadenas de mi enemigo interno y sin enemigos dando vueltas a mi alrededor.

La verdadera libertad no comienza hoy. Comienza en el pensar y sentir con discernimiento. Con inteligencia emocional de vivir sin cadenas sabiendo lo que quiero y no quedarme con las migajas que caen al piso. Lo importante para mí es lo único que me pueden dar, no lo que es importante para ellos. Eso no me sirve. Así que hoy trato de dar lo que es importante para los demás pero desde mi verdadera libertad de ser YO, sabiendo que quiero hacerlo y comprometiéndome conmigo mismo y llegar a ser un verdadero compromiso con los demás. Ese es mi sueño. No quedarme varado en un atrapasueños que me impide volar.

EL DULCE TORMENTO DEL ANHELO

anhelo

Remontándome al pasado visualizo una infancia en donde he perdido el amor, mi dignidad y el amor por mí varias veces; y así sucesivamente hasta el día de hoy.

 Mi vida está llena de pérdidas. Pérdidas materiales, emocionales, afectivas y espirituales; pero muy especialmente pérdidas internas como seguridad y confianza. El día de hoy salgo de una crisis. Estoy viendo facetas de mí que me aterran y me entristecen. He estado inmerso en la valuación de los daños y no me he centrado en el autoconocimiento.

 Mi vida se basa en el amor. Algunos dirían que es especialmente interesante y sano basarlo en hacerlo todo en base al amor, pero yo baso mi felicidad en el amor romántico y se vuelve como una bruma espesa que no me deja ver mi horizonte.

Siempre he tenido la impresión de que estoy en un entrenamiento constante para conocer a la persona correcta que me haga sentir especial, interesante, deseado y único en el mundo. Creo que nunca llega y le pongo pretextos, defectos y rechazos a lo que tengo. Todo esto lo he basado en mi infancia y mi pasado. Como si tuviera un dulce tormento en la tragedia de mi vida. Me siento especial por haber sufrido tanto y haber salido adelante. La falta de comprensión de lo que he vivido por parte de mis seres queridos me ha causado mucho enojo e ira. Por esa razón el sentirme incomprendido y no escuchado me hace sentir intensamente iracundo. ¿Cómo no me comprenden, si yo he vivido lo peor y me he llevado los mayores golpes?

 Si soy honesto conmigo podría decir que si he sufrido mucho y sigo teniendo muchos golpes emocionales, afectivos, amorosos y materiales. Pero eso no es pretexto para no ver lo que estoy viviendo. Tiendo a centrarme en los errores del pasado y grabarlos en piedra para que no se olviden. Toda mi energía se gasta en evaluar, reflexionar, aprender, analizar y comprender mi pasado. No me puedo comprometer con mi presente. Con lo que siento aquí y ahora. Los errores del pasado se acumulan en mi mente para castigarme y reprocharme lo mal que lo he hecho.

 Me cuesta trabajo centrarme en mi presente. Como si no tuviera suficiente dolor en mi pasado para acumular más el día de hoy. La intensidad de sentimientos se desborda por momentos, por lo que he aprendido a bloquearlos para irme con precaución y aprender de ellos pero hoy me confunden por no sentirlos con la intensidad de siempre. Como si mi única luz fuera el sentir y al no tenerla camino en tinieblas por un túnel de varios senderos del que no sé cuál dirección tomar.

 Como escribió Truman Capote en el prefacio de Música para camaleones: “Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse”. Así estoy yo. Con el don de sentir, identificar en los demás y la capacidad de ayuda hacia los demás. Mi látigo el hacerlo compulsivamente hasta el grado de ver el mínimo detalle, desmenuzarlo, digerirlo y excretarlo para observarlo todo el tiempo poniéndolo en una vitrina de desechos como trofeo. Ese es mi látigo y me autoflagelo todo el tiempo con lo mismo. El exigirme la comprensión y la ayuda por los demás me evita vivir feliz.

 Puedo llegar a ser una persona demasiado exigente, amenazadora e intensa. Pero mi intensidad me hace amar con llamaradas intensas, entregarme sin límite y hacer de lo cotidiano una historia digna de película.

 Mis mayores miedos son el rechazo, el abandono y la incomprensión. Estoy lidiando en este momento con mis mayores miedos. Me desestabiliza y aterra el saber que esos miedos son fruto de una ira incontrolada por la exigencia hacia mí mismo de no ser lo suficientemente digno para ser amado. Necesito sentirme en un marco de amor, protección y seguridad para poderlo aceptar. Respetarme, darme lo que necesito y estar en un ambiente seguro es lo que me ayuda a poder enfrentar mis miedos.

 Tiendo a rechazar, alejar y abandonar para que no me lo hagan a mí. Completamente egocéntrico. Huyo del amor y de la felicidad porque me cuesta creer que soy una persona digna para sentir el amor. Por eso me vuelco en mi voracidad de dar para poder recibir lo que me «falta». Lo que recibo no es suficiente y quiero más. Como si fuera una necesidad de llenar las baterías completas para la posterior falta de energía. Nada es suficiente. Nunca es suficiente. No soy suficiente.

El dulce tormento del anhelo. Anhelo de ser mejor, de tener el amor perfecto, de ser perfecto para el amor, de ser capaz y de ser feliz. Todo en tiempos erróneos: pasado o futuro.

 Me han dado una gran lección durante estos días. El hablar con mi amigo Willardo me hizo reflexionar que estoy enojado con mi pasado y que no me estoy viendo, incluso cuando me justifiqué que si lo estaba viendo. Posteriormente me encuentro con un libro acerca de mi eneatipo que me golpea con fuerza para hacerme ver lo que expuse anteriormente. Me taladran sus palabras así como las de Pako.

 Me duele el acordarme de que no me doy cuenta de lo que tengo, de lo que no valoro, de lo que me alejo, de lo que rechazo, de lo que me enoja, pero especialmente de lo que dejo de hacer.

 Me quiero centrar en mi presente. Mi anhelo cambia por el presente para volverlo realidad. ¡Que ironía! La palabra anhelo me ha seguido durante un año. Me ha dado muchas cosas en todos los sentidos y hoy la valoro. Anhelo de sentirme amado en el presente, de ser capaz, de amar y de ser feliz. Lo quiero convertir en el día de hoy. No sé si lo lograré todos los días, pero tengo una melancolía por hacerlo.

 El dulce tormento del anhelo se convierte en una simple felicidad presente. Sin adornos. Dejando la ira por un lado para evaluarla de la manera adecuada. Viendo mi presente desaparece mi angustia y la ira disminuye.

 Ya no quiero tener miedo de no sentirme suficiente. Ya no quiero desear más, tengo que aprender a ser feliz con lo que tengo. Pedir lo que necesito desde el punto presente y no desde el deseo exigente de la perfección.

 Me abro a recibir lo que me entrega la vida. Ya he recibido demasiados golpes y no voy a permitir recibir más. No voy a permitir que me hagan daño, no voy a recoger migajas de amor del piso y me permitiré pedir lo que necesito en el momento justo. Voy a confiar en lo que sienten por mí y lo que siento yo por los demás. Me haré comprender. No voy a rechazarme ni rechazaré a los demás, ya que el éxito depende de mi forma de ver y de vivir, no del anhelo constante a lo que vendrá o lo que tuve.

 Dejaré el dulce tormento del anhelo. Hoy se convierte en presente y en realidad constante. Conciencia continua.

 Imagen: http://historiasdeunalmanonima.blogspot.mx/2010/10/anhelo.html

 

 

REENCARNAR EN MI MISMO

Este fin de semana tuve una experiencia renovadora. Comencé una nueva etapa de mi vida, en la que quiero poner todo mi empeño y dedicación, pero especialmente conmigo mismo.

 Me encontré con un grupo de personas que la vida las puso en mi camino en el momento justo. Un mosaico de seres con diferentes personalidades. Es increíble lo que pude aprender este fin de semana acerca de cada uno de ellos. La convivencia, la empatía, la energía unida con un mismo fin: el aprendizaje de cómo ser mejores personas y para mí me queda claro que también aprender amar la vida.

 La energía intercambiada con cada ser me enseñó algo, me confrontó, me vibró y sacudió en instantes quedando la lección en mi cabeza. En un momento todas esas lecciones me resonaron hasta que por fin pude aprenderlas.

 Lo que aprendí de cada uno que me aportó y fueron mis maestros durante estos días fue que el amor es un lugar seguro. Mis maestros me enseñaron a ver mis debilidades, mis miedos, mis culpas, mis cualidades, mi personalidad y mi ser interior. Como si hubiera permeado cada momento de la vida de cada uno en mí mismo, para procesarlo y digerirlo con el único fin de obtener el resultado de integrar todo ese conocimiento adquirido en mi propia personalidad.  Fusionarme con las experiencias, con los miedos, con las debilidades, con los pensamientos, con las emociones y hacerlas mías para verme como un reflejo nítido de un ser que está escondido en mi interior, o por lo menos que no veía.

 Aprendí que tengo una personalidad. Buena o mala, no importa. Lo que importa es lo que veo, lo que quiero digerir, aprender, modificar, asimilar, potencializar. Me dí cuenta que muchas veces el miedo se apodera de mí para impedir verme y así quedarme como estoy porque es más seguro y más fácil que sentir dolor o sufrir. Pero lo que he aprendido durante todo el trayecto de mi vida es que si no sufro no aprendo, no crezco y me quedo ahogado en el lodo sacando la cabeza para tomar aire sin ver mi ser. Sólo la cabeza que piensa, sin el resto del cuerpo que siente y vibra.

 Mi lección es que aprendí que todo lo que puede mover mis emociones es en base al amor. El  amor de aceptar mis defectos, de recibir lecciones, de afrontar problemas, de reír, de llorar, de abrazar, de empatizar y de sentir.

 Fue una lección dolorosa, pero provechosa. Aprendí que el amor lo puedo recibir sin miedo, incluso del creador; y lo más importante de mí mismo. He conocido el verdadero significado del Amor Incondicional. El amarme conociéndome sin rechazar ninguno de los aspectos desagradables. Sé que sólo saqué un dedo del lodo, pero lo que si me queda claro que sigue una mano, el brazo y al final todo el cuerpo. Porque me quiero ver liberado y tal como soy.

 Esto es un agradecimiento y un reconocimiento a la vida, ya que durante la etapa del despertar a la realidad y a la conciencia me he encontrado personas muy valiosas. Gracias a todos. A mis hermanos que veo a diario, a los que casi no veo, a los que acabo de conocer. Gracias por ser mis maestros. Aprendo la lección. Agradece. Ama. Disfruta. Vive. Vibra…. Y finalmente…. ¡¡¡Despierta a la vida!!!

ENCONTRANDO LA RESPUESTA

 

La conciencia está presente en todos los actos que hacemos en nuestra vida. Es la voz de sabiduría interior que nos dice si evitar o hacer un acto. Todos tenemos una conciencia diferente que está ligada a nuestras vivencias y costumbres. Si yo desde pequeño veo que es bueno golpear a los animales cuando crezca se me hará de lo más normal y mi conciencia me dirá que no es malo; pero hay una pequeña voz (y a veces enorme) que me dice que algo no está bien. No me siento cómodo al hacerlo.

Está además muy relacionado con mi autoestima. Si yo soy honesto conmigo mismo puedo tener la certeza de que lo que estoy haciendo está bien pero si no, voy a tener un conflicto interior. Muchas de las veces llegamos a creer que no puedo defender mis decisiones, es decir me dá miedo (y muchas veces me aterra)  enfrentar a otras personas o a la sociedad en general para decir o hacer alguna cosa. Ahí es cuando digo que va ligado a la autoestima, ya que si creo en mí tengo que defender mis decisiones ante cualquier persona, y por supuesto: afrontar las consecuencias.

Todo el tiempo tomamos decisiones, algunas pequeñas y algunas muy importantes, estoy en continuo uso de mi conciencia. ¿Qué pasa cuando realmente no la escucho?  Si no nos tomamos en serio ese fuego interior que nos puede a llegar a quemar por dentro cuando algo mal estoy haciendo, voy a llegar a tener conflictos internos tan fuertes que deterioren la imagen de mí mismo, me confundan y me lleguen a deprimir.

Tenemos que ser firmes con nuestras convicciones, la cobardía es un defecto que no podemos albergar. Si tenemos la certeza de que lo que hacemos está bien, ¡Hagámoslo! Ya que sólo así podemos comenzar a despertar esa conciencia que no siempre está “consciente”. Cuando hagamos las cosas que queremos debemos tomar en cuenta los derechos de los demás, que nuestra conciencia nos lo recuerda siempre de alguna manera, como por ejemplo: “no me gustaría que me hicieran lo mismo”.

No siempre tenemos claro lo que nos dice  ya que es nublada  fácilmente por el egoísmo, la debilidad y mis conflictos emocionales. Es muy fácil llegar a ocultarla pero no es fácil confundirla porque siempre sabemos dentro de nosotros lo que debemos hacer. Ciertas personas llegan  a defender a capa y espada sus decisiones. A tal grado que llegan a tener desbordada avaricia, egocentrismo y soberbia; esto es porque realmente no escuchan a su conciencia sino a los sentimientos o emociones que hablan por ella.

He escuchado infinidad de veces a personas preguntando si deben hacer o no hacer tal cosa. ¡Se vale tener opiniones de los demás! Pero no debemos hacer las cosas porque los demás opinaron eso, ya que es muy fácil culpar a los demás por las decisiones que he tomado, cuando realmente YO soy el responsable de cada acción, pensamiento, palabra y sentimiento que tenga. Así que la próxima vez que escuchemos las opiniones de los demás descubramos lo que nos quiere decir nuestra conciencia.

Nuestras opiniones, actos, sentimientos y emociones suman. Sumemos una conciencia sana a nuestros actos; y para tenerla debemos pensar en la virtud más bella que puede tener el mundo: que es la honestidad.  Si concebimos una conciencia de esta manera veremos que nuestra vida estará basada en la verdad, en la paz y en el amor que tanto buscamos para llegar a la felicidad.

MUROS PERSONALES

What is "engagement" really?

Reflexiono el día de hoy en lo que soy y a donde quiero llegar. Soy una persona que quiere salir adelante internamente con todos sus altibajos, tristezas y buenos momentos. Quiero llegar a ser una persona agradable y amada; pero especialmente por y hacia mí mismo.

En general es difícil darnos cuenta de lo valiosos que somos en el universo y en la vida de los demás, yo creo que salta instantáneamente el egoísmo. Suena paradójico pero es verdad. Podemos sentirnos valiosos hacia los demás y no tan valiosos hacia nosotros. Llegamos a ser egoístas para con nosotros simplemente con algún pensamiento de inseguridad, buscando el amor con personas incorrectas haciéndonos daño espontáneamente o en situaciones nada favorecedoras hacia nuestra integridad personal.

Cuando conozco a alguna persona que es nueva en mi vida siento gusto, ilusión y esperanza de poder hacer una buena amistad o inclusive de encontrar “el amor de mi vida”. Esa sensación mezcla entre ansiedad e ilusión es padrísima. Pero en algún momento (si el pero de siempre) pienso lo que no debería de mí mismo. Normalmente saltan mis inseguridades acerca de lo que tengo que hacer, de lo que podría ser o de lo que no debería ser. A fin de cuentas pensamientos que no sé con certeza si sucederán y por consiguiente con el respectivo miedo; ya que el miedo en todos los aspectos es ignorancia; de lo que no sé que vaya a pasar con lo que estoy viviendo.

Estoy consciente de muchas cosas y las pienso de la manera que creo es lo mejor para mí, ¿Pero que pasa cuando estoy sintiendo cosas que no corresponden a mi manera de pensar? Es difícil encontrar la conexión directa entre pensamiento y sentimiento, ya que puedo saber exactamente que quiero y como lo quiero, pero sale a la luz un destello muy sutil en forma de intuición que me hace frenarme en seco y reaccionar.

El día de hoy tengo sentimientos encontrados. Quiero no depender del cariño y amor de nadie en ninguno de los sentidos. Quiero tener la autosuficiencia emocional para no necesitar de nadie, pero compartiendo mis experiencias, mi felicidad, el cariño y el amor. Pero me falta mucha comprensión, mucha aceptación de las cosas que pasan (como deben de pasar sin estar sujeto a discusión) y mucho crecimiento emocional. Yo sé que debo hacer cada día un esfuerzo por encontrar ese conocimiento de los sentimientos especialmente.

Cuando estamos en una relación queremos tener muchas cosas que creemos que nos faltan. Pero cuando no tenemos relación alguna  idealizamos lo que queremos y; cuando nos llega algo diferente; nos conformamos con lo que obtuvimos. Yo quiero estar en una relación auténtica conmigo mismo. Quiero sentir y fluir como debe ser con cada situación que pase. Quiero aceptar lo que me depare el destino, no quiero cambiar las cosas, disfrutar y vivir intensamente los minutos de ese intercambio de experiencias. Y no hablo solo del plano sentimental con una pareja; sino con todas las relaciones que tenga en mi vida.

Como conciencia universal estamos enfermos. Basta con ver un noticiero un solo día para darnos cuenta de la falta de respeto hacia los demás.Guerras. Hambrunas. Invasiones. Robos. Violencia.Aunque todo se base en el respeto falta una cosa muy importante: el sentimiento. No estamos acostumbrados a sentir intensamente porque controlamos las situaciones para no herirnos o para no ser vulnerables.

Quiero sentir, quiero vivir, quiero disfrutar y quiero ser feliz; pero para llegar a este punto busco la libertad de expresar lo que siento y quiero en el momento que necesite. Libertad de decirme las cosas que necesito, decirme que soy importante, que puedo salir adelante, que soy una persona valiosa, que no necesito de ciertas situaciones para ser feliz, que las personas que tengo en este instante son las que deben de estar, que quiero pensar, sentir y dejarme fluir. Palabras, sólo palabras. Pensamiento, solo pensamiento. Sentimiento, sólo sentimiento. Yo mismo, sólo yo mismo. Quiero vivir sin tratar de vivir, sentir sin retener y pensar sin controlar.

Tengo la libertad de hacer lo que quiera en el momento que quiera respetando a los demás. Libertad. Muchos han muerto por esa palabra. Pero la libertad no sólo es física o de derechos humanos. También es interna, y no hay algo más esclavizante que nuestras propias cadenas internas. Libertad personal. Libertad espiritual. Libertad emocional. Ese es mi objetivo. ¿Fácil o difícil? Depende de lo que quiera y hasta donde quiera llegar, los muros los levanto yo mismo tan altos como quiera.

Hoy derribaré esos muros, romperé las cadenas y alcanzaré mi propia LIBERTAD.

Foto:  http://www.shericandler.com/2012/01/20/engagement-and-connection-overused-buzzwords/broken-chain/

Vivir a medias

Hace unos pocos días recibí un correo con la siguiente frase «estoy metiendo 32 años de mi vida en 21 cajas». Fue la conclusión a la que llegó una de las personas más importantes en mi vida, mi tía.

Me cimbró tan dentro que me puse a pensar en las conclusiones de mi propia vida. Yo también metí 38 años de mi vida en una caja imaginaria. En mi memoria.

Llevo poco más de un año reflexionando cuan tan rápido pasa la vida. Para ser exactos 38 años. No sé en qué momento pasaron tan rápido y porqué hasta ahora comencé a vivir. Los cambios son oportunidades de crecer y me doy cuenta que no los he querido aceptar, por lo que el crecimiento ha sido mucho más lento emocionalmente, porque claro, físicamente no se detiene.

En un instante entran y salen personas de mi vida. Algunas de ellas dignas de conservarse, pero algunas otras, dignas de olvidarse lo más pronto posible. Las experiencias con cada una de esas personas me han cambiado, para bien o para mal; pero con la seguridad de que me han cambiado. ¿Entonces porque he sido tan renuente todo este tiempo al cambio?

Un cambio consciente duele, pero el inconsciente sucede espontáneamente. ¿Puedo volver consciente mi cambio en cualquier momento? La actitud de cambio es muy sana pero dolorosa. Tengo que evolucionar adaptándome al cambio. La conciencia de vida que tengo en este momento me hace pensar en lo que está pasando, pero sin fijarme demasiado en el pasado o en el futuro.

Estoy consciente de mi cambio. Un cambio necesario para sobrevivir, como muchos de nosotros, pero agradable porque tiene un objetivo en particular: el sentirme feliz y evolucionar.

He charlado con muchas personas acerca de lo que hemos hecho en la vida y la mayoría está conforme a medias. A medias vivimos. A medias crecemos. A medias amamos. Creo que por eso es la búsqueda incesante de buscar nuestra otra mitad. Siempre vivimos a la mitad y siempre queremos la otra mitad.

Yo quiero ser una persona completa. No buscar mitades en ningún aspecto de mi vida. Yo sé que me equivoco diariamente, pero tengo las  ganas de corregirlo, aunque me duela. Quiero sentir, crecer, amar y disfrutar. Quiero saborear cada instante que me regala la vida, aunque muchas de las veces me rehúse al cambio diario, consciente o inconsciente. Pero quiero un cambio completo, no a medias como normalmente sucede.

Mis cambios son difíciles, como los de cada persona. Pero me pongo a reflexionar: El meter toda mi vida en una caja (física o imaginaria) tiene una razón. Esa razón es: no me queda de otra más que crecer, guardar todo lo negativo para poder disfrutar de lo positivo pero siempre sabiendo lo que guardé en esas cajas; para que en su momento pueda buscar lo que necesito y poderlo utilizar en este momento.

Gracias a esos recuerdos, vivencias, personas soy la persona que quiere cambiar y que no quiere seguir viviendo a expensas de lo que depare el destino, sino forjar mi propio camino con los seres que necesito a mi lado para acompañarme en este viaje tan intenso y cambiante como la propia vida. Pero definitivamente no a medias.