Histéric@s y psicópatas

hysteria

 

Hace ya tiempo que no escribo porque no tenía ánimos y en cierto modo mi visión de la vida estaba cambiando de forma radical. La intensidad, el arrebatamiento por devorar la vida y hasta la exigencia por «hacerlo bien» han mutado de manera sorprendente. La vida es impermanente hasta la médula, y literal hasta la raíz.

El fin de semana en un taller de teatro terapéutico me doy cuenta de cómo las cosas se van acomodando de manera inteligible. Lo que no se vé es lo que realmente pasa, no la realidad construida por el ego.

El ego se encarga de defender, gestionar, inspeccionar, juzgar y ejecutar las «leyes» por las cuales se rigen la vida de todos. Ir en contra de la voluntad y de la esencia que nos fue obsequiada al venir a este mundo es su función principal. Podemos ir  a favor o en contra, pero no podemos luchar con lo que es. Me dediqué a luchar con todo y con todos, estaba enojado con el mundo y con todas las personas que me querían porque me sentía poca cosa de una o de otra manera. El tema de mi vida era sentirme inadecuado y no valorado. ¿Cómo se puede valuar a una persona? Por medio del juicio y ahí es donde viene la visión de quien lo está juzgando.

Una parte de la meditación es tratar de vernos desde fuera, dejar pasar el juicio del que está juzgando (ego) y conectar un poco con la esencia. El reto de todos y de todo. Ver las cosas como son y no como quiero que sean.

Es curioso como pasan las cosas al conectar con la esencia. Pasan de una manera suave, en un silencio a pesar del ruido y con una sutileza propia de el aleteo de un ángel. Son momentos que te conectas con todo. Con la conciencia y con lo que me gusta llamarle los registros akhásicos. Cuando fluyo con la vida sin meter el pensamiento tengo acceso al «internet» universal con toda la información y salen muchas cosas de la sabiduría interior. El amor salta, el juicio se olvida y la aceptación total fluye.

En cambio, cuando estamos actuando en la obra de teatro de nuestra propia vida nos convertimos en histéric@s y psicópatas diría Alejandro Segovia, mi maestro de teatro terapéutico. Es sorprendente como me llevó a ver las cosas con una sutileza de un niño jugando a los carritos. Mientras me acuchillaba yo mismo emocionalmente para castigarme por no cumplir con mis propias expectativas, todo pasaba sin darme importancia. La vida sigue quiera o no, y como es, no como quiero que sea.

Me doy cuenta hoy que a pesar de todo y todos la vida sigue. Apacible, sin prisas, sin pausas y en continuo cambio. Tan simple. Todo es simple. La vida es un programa simple para mentes complicadas como la mía.

Hoy me digo una afirmación a mí mismo: No vale la pena pasarlo mal por lo que va a pasar me guste o no me guste. El dolor hace cicatriz, pero esa cicatriz al estar sanada, es un recordatorio de lo que pasé y lo superé. Me abro al dolor y al placer como es, no como quiero que sea.

Imagen:https://blogopinar.blogspot.com/2014/05/recital-histerico.html

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